MADRID 7 Ene. (OTR/PRESS) -
Es difícilmente discutible que el entorno de ETA ha conquistado espacios en la sociedad y en la opinión pública, amparándose en las expectativas que había suscitado que dicha organización se sometiera a la ley de partidos, se disociara de la violencia de ETA y apostara por las vías pacificas de participación institucional. Todo ese universo ha sido enterrado entre los escombros de la bomba de Barajas. Ahora Batasuna y todas las organizaciones dependientes de ETA tienen que asumir la responsabilidad de la posición que han decidido seguir asumiendo. Si alguien tenía dudas de que Batasuna no tiene vida propia y todos sus actos dependen de la voluntad de ETA, los hechos han confirmado lo que ya se sabía.
No hay que seguir escuchando cantos de sirena y sería una enorme ingenuidad tratar de generar contradicciones en un mundo en el que están todas instaladas pero que ninguna hace efecto. Batasuna ha decidido permanecer al margen de la ley y esa elección compromete al Estado de Derecho a una persecución minuciosa de todas sus actividades ilegales con la tranquilidad que puede reportar haberse cargado de razón en un proceso de paz que ha dinamitado la organización terrorista y cuyos lacayos no se han atrevido a condenar, demostrando una sumisión que para los demócratas tiene que ser insoportable.
Batasuna intentará victimizarse ante la aplicación de la ley en la misma dinámica insoportable que pretenden equiparar la acción de la justicia a las respuestas delictivas de ETA. Tanto cinismo es agotador y ya no debiéramos perder tiempo en desmentirlo.
Carlos Carnicero