MADRID 8 Nov. (OTR/PRESS) -
Una de las pocas novedades que hasta el momento está aportando la campaña electoral es el fuerte protagonismo que está teniendo en la misma el que fuera secretario general del PSOE y presidente del Gobierno desde 1982 a 1996, Felipe González. Hasta tal punto es así, que en los cuatro días que llevamos de campaña, el expresidente va a mitin diario, mientras que el que a día de hoy sigue siendo secretario general del partido y jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha intervenido en ninguno. Todo un síntoma. Rubalcaba debe de pensar que esa estrategia le conviene, porque el pasado domingo aseguró en Valencia que "cuanto más nerviosos se pongan -en una clara referencia al PP- más le sacaré" en referencia a Felipe González.
Decía antes que el que Rubalcaba y su equipo de campaña hayan decidido "sacar" a Felipe en detrimento de Zapatero es todo un síntoma. Parece obvio que al candidato del PSOE le gustaría desvincularse de lo que por otra parte es un imposible: que el electorado no recordará que ha sido una pieza clave en los casi ocho años del proyecto de Zapatero, primero como portavoz del grupo parlamentario socialista y desde el 2006 como miembro de su Gobierno, ocupando la cartera de Interior y posteriormente siendo vicepresidente del Ejecutivo y portavoz del mismo. Este es el punto más débil de Rubalcaba como candidato: si todas las encuestas apuntan a un duro castigo al Gobierno de Zapatero, pensar que la gente no recuerda su implicación en el mismo es, reitero, un imposible metafísico.
Quizás piense también Rubalcaba que "sacando" a Felipe va a poder fidelizar ese voto socialista que el próximo día 20 o bien se quedará en casa o bien votará a otras opciones de izquierda como pueden ser IU o UPyD. Y ahí puede radicar el gran error de esta estrategia. Es indudable que para el votante del PSOE que ahora ronda más de los 60 años, recordará con cierta nostalgia el Felipe de 1982 cuando ganó por una aplastante mayoría absoluta las elecciones generales. Pero es que han pasado 30 años, por lo que hay otra buena porción del electorado socialista -todos los menores de 40 años- que no recordarán nada de aquel entonces y para quienes la figura política de González resulta algo muy del pasado.
En el fondo, "sacar" a Felipe es un recurso a la desesperada de Rubalcaba ante unas perspectivas electorales nada halagüeñas y lo que es peor para el candidato: dependiendo de los escaños que obtenga el 20-N, puede ser también el final de su carrera política, una carrera en la que ha sido un superviviente, ya que formó parte de los Gobiernos de González, no apoyó a Zapatero en el Congreso del PSOE donde este fue elegido secretario general y sin embargo se convirtió en una pieza fundamental del proyecto político encarnado por quien ahora está haciendo las maletas para dejar en las próximas semanas la Moncloa.