MADRID 13 May. (OTR/PRESS) -
Una de las primeras reflexiones que surgen cuando se producen catástrofes naturales como los dos terremotos acaecidos en la localidad murciana de Lorca en la tarde del pasado miércoles es la futilidad de las cosas, lo relativo que es todo, lo que lleva a considerar lo que en esta vida es importante y lo que no lo es. Dicho de otra manera, a lo lorquinos que se han quedado sin casa, sin techo, que han perdido a un ser querido, vayan ustedes a hablarles ahora de la campaña electoral que tan sin pena ni gloria discurre hacia las urnas del próximo día 22; háblenles de las disputas entre unos y otros políticos, cada vez más cansinas y sin sentido, o incluso esgriman el enésimo título del Barca en los últimos tres años.
Es verdad que ante estas situaciones de desgracia surge lo mejor de las personas e incluso de las Instituciones. Las muestras de solidaridad de todos los españoles con Lorca son abrumadoras e irán a más en los próximos días. Por cierto, que no estaría de más que alguna televisión nacional suspendiera, aunque sólo fuera temporalmente, sus programas basura y realizará alguno de contenido solidario con la localidad murciana.
También es digno de destacar la actuación coordinada que están llevando a cabo desde el primer momento todas las Administraciones -local, autonómica y estatal- que tienen recursos y competencias para ayudar a los habitantes de Lorca a superar la grave situación en la que se encuentran. Como también ha sido un acierto suspender por veinticuatro horas la campaña electoral ya que no hubiese tenido ningún sentido que los principales líderes políticos de nuestro país siguieran tirándose los trastos a la cabeza mientras que en un punto muy determinado de España había un buen número de personas pasándolo muy mal.
Pero la vida sigue y a veces ese transcurrir de los días, de las semanas, de los meses acaba siendo un poco frío y cruel. Hoy por hoy todos somos Lorca, todos querríamos ayudar de una o de otra manera, pero si no mañana, como muy tarde el fin de semana o la semana que viene, la angustiosa situación de los lorquinos habrá desaparecido de la primera página de los periódicos o de las aperturas de los informativos de radio y televisión para volver a estar centradas en lo que sin duda siguen siendo otras graves preocupaciones para muchos ciudadanos y estoy pensando fundamentalmente en dos de naturaleza muy distinta: la crisis económica con su dramática traducción en los cinco millones de parados o en otro orden de cosas, el que ETA -gracias a la voluntad política de este Gobierno que ha contado con la colaboración necesaria de un Tribunal Constitucional de corte político- vaya a tener a partir del 22 de mayo un poder enorme en muchos ayuntamientos del País Vasco y de Navarra. Las catástrofes naturales son difíciles de evitar; otras, son exclusivamente culpa de nuestra clase dirigente.