MADRID 25 May. (OTR/PRESS) -
La mayor parte de los españoles siguen la campaña electoral que acaba con la votación el domingo con el interés normal en cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo libre por lo que ocurre y puede ocurrir en su Ayuntamiento o Comunidad. En los bares de toda España se habla estos días de las inundaciones, el Milan campeón o El Juli saliendo por la puerta grande de Las Ventas. Pero también hay un número, pequeño pero alarmantemente cada vez mayor, de personas que se están empeñando en sembrar la violencia en momentos donde el sosiego resulta indispensable en el juego democrático. Y eso es preocupante.
Por una parte, la del norte, hemos tenido en esta campaña la presencia constante de gente de Batasuna (o sea, ETA) reventando mítines, irrumpiendo en plenos municipales y atacando a candidatos. Sabemos que fue una estrategia planificada por la dirección etarra, oficialmente para protestar porque su marca blanca en estas elecciones municipales no puede presentarse en todas localidades vascas, aunque quizás también para recordar a Zapatero que su "proceso" está en peligro a menos que los terroristas obtengan mayores cesiones del Gobierno. Cierto es que no hace muchos años las campañas electorales vascas se teñían de sangre de concejales asesinados, pero no por ello hay que dejar de reseñar lo ocurrido esta vez, sobre todo para dejar constancia de la pasividad de la Policía autonómica vasca, que se limita a poner en la calle a los reventadores de mítines sin ni siquiera hacerles pasar por comisaría.
Preocupantes también son los ataques a sedes electorales, sobre todo del PP, en lugares como Madrid o Valencia donde cualquier persona tiene un gran abanico de posibilidades de votar a partidos políticos este domingo. O sea, de canalizar su protesta de forma democrática. Y aberrantes resultan otros intentos por parte de grupos políticos de alterar la paz callejera como método para obtener un puñado de votos. Por ejemplo, de los documentados mensajes salidos de la sede regional del PSOE andaluz para convocar por mensajes de móviles botellones anti-PP. Aparte de ser impropio de un partido político serio que tiene prometida una Ley para combatir el alcoholismo entre jóvenes incitar a estos a emborracharse, la convocatoria denota una falta de respeto total por la democracia, una democracia que se basa en la premisa de dejar a todos los ciudadanos depositen su voto con toda libertad y en paz.
Curri Valenzuela.