Actualizado 04/04/2007 02:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- El trafico, los muertos y la euforia de cortar cintas

MADRID 4 Abr. (OTR/PRESS) -

El miedo a ser cazado por el carnet por puntos duró lo que duró y a tenor del aumento de accidentes ocurrido al comienzo de la operación salida de tráfico, esta Semana Santa los españoles nos hemos levantado y mucho la mano en el cumplimiento de las normas. Las optimistas previsiones de la Dirección General de Tráfico sobre la eficacia del nuevo carnet se han evaporado después del espejismo que se había vivido meses atrás, ¿que falla? Sin duda la conducción, pero también hay muchos factores ha tener en cuenta.

Si de muestra vale un botón el pasado domingo circulaba, junto a mi familia por una carretera secundaria camino de un restaurante cerca de Toledo. Nos adelantó un coche a toda velocidad y al rato otro de atestados de la Guardia civil. Se nos colocó delante y nos hicieron la señal de que paráramos. El agente muy amablemente se dirigió a mi marido, que conducía el vehículo, y le recriminó que los pasajeros de atrás no lleváramos puesto el cinturón de seguridad.

Tenia razón ni mis padres ni yo, que íbamos en animada charla, nos habíamos colocado el cinturón por lo que fuimos multados. Hasta ahí todo normal, lo que me resultó chocante es que nos pararan a nosotros y no al vehículo que nos había adelantado muy por encima de la velocidad permitida, por lo que deduje que los agentes habían optado por lo fácil: poner la correspondiente sanción por una cuestión grave pero no peligrosa -ya que íbamos a ochenta kilómetros por hora- y dejar a su libre albedrío a quien verdaderamente podía haber provocado por exceso de velocidad un grave accidente.

Mi sanción servirá para engordar las estadísticas que luego el político de turno utilizará como argumento del deber cumplido, pero si los parámetros que se siguen son los que se utilizaron conmigo la cosa es como para desconfiar.

Sea como fuere el carné por puntos se nos vendió como el bálsamo, el elixir, la fórmula mágica para acabar con esa estela de muerte y dolor que producen los accidentes de trafico, y no es cierto. Hay otros muchos factores como la deficiente señalización, el mal estado de las carreteras, el hecho de que lideremos el vergonzoso ranking de puntos negros de Europa y ¡como no! también la escasez de controles amén de la conducción temeraria, cuestiones todas ellas que se ocultan en el mundo de lo políticamente correcto.

Los datos están ahí y son muy significativos: solo el 22 por ciento de los accidentes mortales se producen en autovías y autopistas del Estado y el resto son en vías secundarias dependientes de las administraciones autonómicas y locales. El problema es que arreglar carreteras no da votos e inaugurarlas sí. Los políticos se vuelven locos por cortar cintas a la hora de inaugurar nuevas infraestructuras pero una vez pasada la euforia no se preocupan en absoluto por mantenerlas. Solo hay que ver como ahora, al olor de las elecciones municipales y autonómicas se desata una especie de esquizofrenia de la inauguración y eso si que no entiende ni de colores políticos ni de de ideologías. El voto es el voto y cortar cintas es mucho mas agradable que dar explicaciones por las chapuzas de una mala gestión ¡País, que país!.

Esther Esteban

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