Publicado 23/11/2013 12:00

Fermín Bocos.- Pekín toma nota

MADRID 23 Nov. (OTR/PRESS) -

¡Qué país el nuestro! Los sumarios se acumulan en los juzgados en espera de juicio (10 años ha tardado el juicio del "Prestige", 51 el de la "Talidomida"), pero siempre hay alguien de guardia en la Audiencia Nacional dispuesto a saltar a los telediarios intentado hacer justicia universal.

Garzón inauguró el formato solicitando en su día la detención de Pinochet y ahora desde la Audiencia, dictan una orden internacional de busca y captura contra cinco ex altos cargos del Gobierno chino. Entre otros, el ex presidente de Jiang Zemin, ex presidente de China. Se les acusa de un presunto delito de genocidio cometido contra la población del Tíbet.

No hacía falta ser un lince para anticipar que semejante paso iba a provocar un conflicto diplomático morrocotudo. Conflicto político que inevitablemente enrarecerá las relaciones comerciales. Decenas de empresarios españoles llevan años invirtiendo tiempo y dinero intentando abrirse paso en aquél gran mercado asiático y, es obvio, que el escenario de tensión creado por la irrupción de la Audiencia Nacional en nada favorece sus expectativas. A nuestros jueces les parece correcto no conceder la extradición de un pederasta reclamado por Marruecos (el iraquí nacionalizado español indultado "por error" por el Rey de Marruecos), pero, en cambio, les parece de lo más normal del mundo sentar en el banquillo a un ex Jefe de Estado de otro país. Para lanzados, nosotros.

Sin exculpar de responsabilidades políticas y eventualmente, penales, a los sucesivos gobiernos de Pekín por las tropelías cometidas por el Ejército chino en el Tibet, país anexionado tras el triunfo de la Revolución encabezada por Mao, lo que no parece puesto en razón es que el instrumento más idóneo para hacer justicia sea una Sala de la Audiencia Nacional. Para eso está el Tribunal de la Haya. Lo suyo es que la Justicia española ampare a los ciudadanos españoles. Dentro y fuera de España. Y, punto.

En ése registro cabía situar la actuación de Baltasar Garzón contra Pinochet puesto que un ciudadano español, Carmelo Soria, había sido asesinado en Chile en los días posteriores al golpe de Estado del 11 de Septiembre, pero que se sepa no es el caso del Tíbet. Está claro que los impulsores tibetanos de la denuncia ante la Audiencia buscaban -y ¡vaya si lo han conseguido¡- un puntazo propagandístico. Llamar la atención de la opinión pública mundial. Lo que no tengo tan claro es si nos correspondía a los españoles correr con el gasto y el desgaste que apareja el caso. Desde luego, Pekín ha tomado nota. Si teníamos pocos problemas, ya tenemos otro.

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