Actualizado 20/05/2011 14:00

Fermín Bocos.- ¿A quién perjudica la protesta?

MADRID 20 May. (OTR/PRESS) -

Los tiempos cambian. Hasta ahora, cuando la gente salía a la calle a protestar era contra aquél o aquellos a quienes identificaba como origen de sus males o la fuente de los abusos que determinaba su mal vivir. No es el caso del movimiento que echó a caminar el 15 de Mayo reclamando democracia "real". No claman contra el Gobierno Zapatero, responsable, en última instancia, de haber impulsado planes hasta ahora ineficaces para combatir el paro y demás efectos de la crisis económica. No parece ser ese su objetivo estratégico. En términos de exigencia de fondo aparentan ir más allá y meten en el mismo saco al PSOE y al PP. A quien gobierna y a quien ejerce la oposición. Al ir contra todos, a todos hacen por igual responsables de la crisis que padecemos. Crisis que, por elevación, endosan al propio sistema democrático y a las normas de funcionamiento del régimen parlamentario. Quienes asumen tareas de portavoz de este movimiento en apariencia no jerarquizado hablan con voces dispares: unos piden que el próximo domingo no se vote y otros que no se vote ni al PSOE ni al PP. El resultado es una melaza política rara.

Rara pero atractiva en algunas de sus propuestas: el cambio de la Ley Electoral, norma que en los últimos treinta años ha impedido asomar cabeza a los partidos minoritarios no nacionalistas; cambiar la Ley Hipotecaria, en la actualidad, entregar la vivienda objeto del préstamo no extingue la deuda contraída con los bancos; ir hacia listas electorales abiertas; revisar los privilegios vitalicios de la clase política; criticar a los sindicatos por su conformismo y cortar las subvenciones públicas que reciben... etc, etc.

En las declaraciones, en las pancartas y en los lemas de los acampados late la fraseología de la izquierda de siempre y eso es lo que ha hecho que algunos dirigentes del PP (Aguirre, Cospedal) vean el movimiento no como expresión de descontento contra quien gobierna (ZP, el PSOE), sino como maniobra de distracción para sembrar confusión política en vísperas de unas elecciones en las que todas las encuestas les pronostican la victoria. Es una interpretación a tener en cuenta, pero la situación creada admite otras.

Aunque reniegan de la política, en realidad, la mayor parte de las peticiones de los acampadas tendrían cabida en el sistema sin que por ello quedara desvirtuada su naturaleza. Hablo del sistema de democracia parlamentaria. Son demandas, voces no atendidas, que pueden encontrar eco y hueco en el sentir de muchos ciudadanos. Incluso entre los votantes del PP y del PSOE habría muchos dispuestos a suscribirlas. Lo harían de no ser este el momento procesal escogido para plantearlas: en vísperas de unas elecciones en las que, como decía, todos los sondeos apuntan la victoria del PP. Tengo para mí que puesto que la fidelidad de los votantes de la derecha es un rasgo de su personalidad política y, en consecuencia van a "pasar" de lo que dicen los acampados, es al PSOE a quien más puede perjudicar esta protesta que pide que la gente no vote.

Así deben pensar, también, en Ferraz porque en el caso de Madrid, el temor a que los acampados en Sol llevaran en directo la protesta reventando el último mitin, ha hecho que Zapatero haya cambiado el lugar donde tenía previsto celebrar ese último acto de la campaña: de la Plaza Mayor, junto a la Puerta del Sol, se va a un recinto ferial situado a las afueras de la capital. Digan lo que digan, está claro que no las tienen todas consigo. Entre otras razones, porque nadie mejor que Zapatero para saber que aquella promesa suya de la última noche electoral victoriosa: "No os fallaré", se ha quedado en eso: en promesa y no puede ignorar que son miles los votantes socialistas desencantados que el próximo domingo podrían no acudir a la cita con las urnas.

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