Publicado 11/08/2022 08:00

Fernando Jáuregui.- Tras la guerra de la luz, la del agua

MADRID, 11 Ago. (OTR/PRESS) -

Absortos en el día a día -no hay jornada sin titular escandaloso en este país nuestro--, olvidamos a veces cosas esenciales: inmersos en la 'guerra de la luz', que hay que ver lo que ha sido la (no) negociación del decreto de ahorro energético, quizá no nos damos cuenta del riesgo de que ahora venga a sumarse una pavorosa 'guerra del agua'. Hacía décadas (treinta años, en concreto) que España no estaba tan seca, los embalses tan vacíos ni el ambiente era tan caluroso. De manera que, junto a las restricciones energéticas inevitables y dictadas por Europa, existe la posibilidad de que este otoño nos encontremos con importantes restricciones también en el consumo de agua. ¿Estamos preparados para esta eventualidad?

Los primeros informes globales han comenzado a aparecer en los medios, las primeras fotografías de la gran sequía se instalan ya en no pocas portadas. Y los primeros vaticinios en el sentido de que veranos como este van a repetirse, pero agravados, han comenzado a tomar carta de naturaleza. No podemos sumar a la imprevisión energética la derivada de la sequía, ni me parece prudente confiar en algunas previsiones meteorológicas que quieren creer que la situación mejorará, aunque en todo caso solo moderadamente. Los mapas no prevén lluvias generalizadas, y ello nos conducirá inexorablemente a cortes de agua en según qué regiones y según qué suministros, lo que agravará viejas tensiones interterritoriales y abrirá otras nuevas. Entre otras cosas.

No he escuchado a ningún responsable político referirse a esta nueva desdicha a sumar a las variadas que nos aguardan a la vuelta de este verano feliz y desinformado. La lamentable gestión partidista y sectaria de la normativa sobre ahorro energético, que se suma a las no menos lamentables contiendas con motivo de las restricciones derivadas del Covid, no puede repetirse con el agua, fuente de contiendas (¿cuántas 'guerras del agua' registra nuestra Historia?) entre territorios. Claro que no podemos invocar aquí el 'non piove, porco Governo', pero sí pienso que se puede exigir a nuestros representantes esa previsión que tanto echamos en falta año tras año en cuestiones como, por ejemplo, los incendios, que jamás se 'apagan' en febrero, como sería lo razonable.

Es preciso comenzar concienciando a la ciudadanía de lo que nos puede venir y de los sacrificios que acaso tendrá que hacer la sociedad civil: no hablamos ya de apagones de escaparates o de limitaciones de temperatura -medidas implementadas en toda Europa, muy semejantes a las de España, por cierto, aunque con menor contienda social--: hablamos de grifos cerrados con todo lo que ello implica. Lo primero de todo es decir la verdad, sin optimismos artificiales ni ocultamientos, con previsiones realistas sobre lo que quizá haya que hacer, que sin duda no será agradable. Porque aún recuerdo que, no hace ni un mes, la misma vicepresidenta Ribera, que ahora amenaza con echar al Constitucional encima de cualquier autonomía díscola a las medidas energéticas gubernamentales (o sea, sobre todo Madrid), decía que España ha hecho bien sus deberes y no tenía por qué secundar las recomendaciones de la UE sobre ahorro de energía.

Esas incoherencias, la falta de un talante verdaderamente negociador con los sectores afectados y con otras fuerzas políticas, los fallos estrepitosos en eso que se dio en llamar, tan falsamente, la cogobernanza, hacen que la desconfianza de la población en sus representantes crezca más aún. El 'Estado de las autonomías' no está funcionando a plena satisfacción, ni mucho menos. Y eso, ahora que se ponen en marcha unas medidas energéticas de muy difícil y costoso cumplimiento (habrán de mirar para otro lado, porque la obediencia total y generalizada al decreto me parece poco factible), puede resultar especialmente serio si el panorama del agua que se divisa en el horizonte se cumple.

fjauregui@educa2020.es