MADRID 23 Dic. (OTR/PRESS) -
El presidente Sánchez designó este lunes a doña Elma Saiz, prácticamente desconocida ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, como nueva portavoz del Gobierno, en sustitución de doña Pilar Alegría. Quien se va a 'hacer los aragones', que no las américas, a ver si allí bate en las elecciones de febrero a Jorge Azcón o si, por el contrario, le ocurre como al pobre candidato extremeño Gallardo, que se ha pegado el gran batacazo y más tarde o más temprano se tendrá que marchar de la política.
De paso, Sánchez aprovecha esta mini-mini renovación gubernamental para meterle un rejón al 'crítico' castellano-manchego Emiliano García Page, al nombrar a su enemiga (de García-Page, digo) Milagros Tolón como ministra de Educación y de otras cosas -Formación Profesional, Deportes- , supliendo también como responsable de estas materias a la hasta ahora muy pluriempleada Alegría. Y manteniendo, por cierto, el caótico organigrama del Ejecutivo, en el que algunos ministros simultanean carteras incompatibles: ¿qué tendrán que ver la educación, la FP y los deportes, todos amalgamados bajo la tutela de una sola persona, digo yo?
También, debo insistir en la vieja idea, ha desperdiciado Sánchez la ocasión para hacer una auténtica crisis en su Gobierno desnortado y desconcertado; pero el presidente ha decidido, ya se ha visto en Extremadura, emprender la senda del error, y a ver quién es el guapo que le distrae de esta tarea.
Si tengo que decir la verdad, y procuro siempre decirla en lo que cabe, mi concepto sobre el paso de Pilar Alegría como portavoz del Gobierno es, cuando menos, mejorable. En su debe figuran la excesiva fidelidad al 'jefe' y alguna que otra falsedad vertida desde el atril de la sala de prensa del Consejo de Ministros, además de ataques improcedentes a la oposición desde un lugar en el que tal cosa debería estar ética y estéticamente vetada. Comprendo que la vida de la señora Alegría en el puesto que ocupaba (me refiero al de portavoz; de sus otros menesteres no tengo nada que decir porque nada hay de reseñable) ha sido muy dura, porque martes tras martes tenía que salir a torear con unas portadas muy lesivas para el Gobierno, con tantas informaciones sobre corrupción y últimamente sobre abusos sexuales como proliferaban por los medios.
En fin, deseemos a la ya ex ministra una existencia más placentera en Aragón, donde se tendrá que enfrentar a uno de los 'pesos pesados' con mayor carisma y aceptación en el PP, Azcón. No quisiera ser agorero, pero, viendo las sacrosantas encuestas, tengo para mí que el próximo mes de febrero no va a ser muy propicio para ella ni para el PSOE, a tenor también de lo que este lunes pronosticaban expertos como Santiago Varela o Fernando Vallespín.
De Elma Saiz tampoco creo que haya mucho que decir hasta ahora, excepto que igualmente ha pasado por el cargo ministerial -que conserva-- sin romperlo ni mancharlo. No la conozco sino de un par de saludos, pero aseguran de ella que es persona seria, poco dada a hacer el ridículo de la manera que sí lo hizo en ocasiones su antecesora. Pienso que un síntoma de que el presidente quiere cambiar algo -algo-el funcionamiento de su equipo sería evitar que la señora Saiz mienta ni una sola vez a los periodistas congregados en la Moncloa para atender a sus explicaciones, que diga cosas sustanciosas lejos del ritual y que practique algo que no es usual en la política española: la transparencia.
Así que, si se me permite la recomendación, menos alegrías, doña Elma, y saldremos todos ganando. Usted, sin duda, la primera. Estaremos muy atentos.