Actualizado 25/01/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- La polémica sobre Otegui

MADRID 25 Ene. (OTR/PRESS) -

Hace pocos días, en el transcurso de un acto informativo en torno al fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, tuve ocasión de preguntarle si no cree que el afán por encarcelar a Arnaldo Otegi que muestran algunos jueces (otros no) y algunos sectores de la sociedad (otros tampoco), no podría acabar haciendo una víctima del dirigente batasuno. Naturalmente, el fiscal -estaba casi en su obligación- echó balones fuera. Pero, a la salida, fui interpelado por una asistente, a la que conozco desde hace años, militante con cargos en el PP: "no entiendo que te dé pena Otegi; les estás haciendo el juego", me dijo.

Ignoro a quién hacía el juego con mi pregunta. Pero me dolió el rencor con el que me hablaba mi interpelante, por otra parte amiga y gran persona. Aunque mis tesis sobre cómo llegar a la paz en Euskadi no coincidan con las de otros, tengo tanto interés como el que más en que allí se llegue a esa ansiada paz. He sufrido, como tantos compañeros, amenazas directas e indirectas por parte de la banda, y mi familia, como la de tantos, o afortunadamente quizá algo menos que la de tantos, ha vivido durante tres años esa angustia sin par que consiste en esperar lo peor cada vez que subías a tu automóvil.

Claro que no quiero hacer victimismo: ya he dicho que muchísimos más que yo lo han pasado, y lo pasan, muchísimo peor de lo que yo lo he pasado. Pero no quisiera que alguien pudiese considerar que, por decir algunas cosas que digo -y que no siempre se interpretan bien- pueda menospreciar en modo alguno a las víctimas -nuestros héroes- o la vía policial. Simplemente, creo que hay que aprovechar también, junto a las medidas policiales y a la aplicación estricta de la ley, las oportunidades de negociar para llegar al final de la pesadilla que, durante casi cuatro décadas, nos ha impuesto la banda del terror.

Y así llegamos hasta el 'caso Otegi'. O, si ustedes quieren, al 'caso de Juana Chaos'. La necesidad perentoria de perseguir ahora a Arnaldo Otegi, que no es precisamente mi héroe ni alguien a quien pueda admirarse, me parece un signo negativo. Cómo pretender imponer a De Juana, un asesino convicto por lo demás, una sentencia de noventa y seis años por haber publicado dos artículos en Gara; otra cosa es ahora el escándalo de su excarcelación, otra cumbre de la inconsistencia judicial española.

Lo desproporcionado proveniente de la justicia suele tener un efecto 'boomerang' y redunda en descrédito de la justicia. Pretender encarcelar a Otegi ahora por un antiguo delito de injurias al Rey, impune hasta nuestros días, cuando tantos ataques injustos recibe la Monarquía procedentes de sectores que no son precisamente la izquierda ni el abertzalismo, me parece un contrasentido. Ganas de fastidiar, que es algo que poco tiene que ver con la aplicación de la justicia, tan variable según casos y momentos en estos tribunales patrios.

Ya sé que Otegi no es lo que se dice un hombre de paz, pero es un interlocutor posible aquí y ahora, creo. Puede que ya ni siquiera lo sea, y que el sectarismo y fanatismo de la banda que está tras Batasuna lo haya excluido, incluso a él, de la primera línea. No lo sé. Sí sé que flaco favor haremos a la concordia encarcelando ahora, cuando no lo hicimos en su momento, al mensajero. O, ya que estamos, procesando a nada menos que un lehendakari por hablar con el mensajero, cuando entiendo que ésta debería ser la obligación constante de quien gobierna en el difícil escenario vasco. Las demasías de un lado o del otro, ya digo, son siempre inconvenientes, y peor aún es hacer banderías en torno a esas demasías, a los planteamientos radicales que buscan el castigo antes que el arrepentimiento. Y esto es lo que traté de decir con mi pregunta -no bien respondida, desde luego- al en ese momento evasivo Conde Pumpido. Pero ya se sabe que las dos españas te hielan el corazón incluso cuando, periodista al fin, haces preguntas incómodas para el interrogado... o para los espectadores.

Fernando Jáuregui.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Sánchez, al fin, sale a la ofensiva, pero ¿qué ofensiva?

Foto del autor

Antonio Casado

Memoria de Rubalcaba

Foto del autor

Fermín Bocos

Annus horribilis

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Castillo de naipes