MADRID 13 Dic. (OTR/PRESS) -
Todos los medios coincidían este viernes en que la situación del PSOE es casi desesperada. Y en que la situación del Gobierno acaso solo lo sea un punto menos, con tres ministerios de alguna manera salpicados por las actividades de las tramas Koldo o Leire Díez, incluyendo la involucración de nada menos que la SEPI, la sociedad que regula las actividades económicas estatales, en manejos económicos sospechosos. Ante la que está cayendo, Pedro Sánchez, te advierten, pasa a la ofensiva. Sí, pero ¿qué ofensiva?
Pues, de momento, el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE ordenó que la secretaria de Organización del partido, una desconocida para la gente de la calle llamada Rebeca Torró, saliese de su situación de silencioso confort y diese algo parecido a una rueda de prensa en la sede de Ferraz, que tiene cada día un aspecto más fantasmal: casi nadie en los despachos, mesas de las secretarias desiertas, llamadas nunca respondidas, transparencia cero... Que la actual 'número tres' del partido compareciese ante los medios, cosa que debería formar parte de sus actividades 'normales', y que eso sea noticia, me parece sintomático. "Así empezaron en el Partido Socialista Francés, desapareciendo del día a día, sin portavoces para hacer frente a las demandas de la prensa, y ya ves lo que ocurrió", dice un colega que ha pasado muchos años como corresponsal en París.
Obviamente, la aparición de la señora Torró no puede tomarse en serio como una 'ofensiva', aunque sí indica que alguien en el entramado socialista ha visto la urgencia de adoptar alguna medida, más allá de salir a hablar de lo bien que va la economía y lo mal que va el Partido Popular con Vox. Así que Sánchez adelantó su rueda de prensa de fin de curso político a este lunes, día en el que, así, tendrá al menos dos comparecencias ante los medios en Moncloa: la citada rueda de prensa por la mañana , con preguntas seguramente limitadas, y la clásica 'copa de Navidad' con los chicos de la prensa por la tarde, se supone que con los clásicos 'corrillos', tan incómodos y poco eficaces, en torno a él, la 'estrella' de la jornada.
Eso sí, ambos actos le servirán al presidente para proclamar que él no hurta el bulto, que da la cara, y, se supone, también servirán para reafirmarse en sus principios de que España va bien, que la economía marcha como un tiro y que los casos de corrupción son aislados, mientras que los de abusos machistas, que lamentablemente coinciden con los de corrupción, son aislados e inmediatamente sancionados.
Tengo para mí que Sánchez, un viejo zorro de la política, sabe que esto ya no basta, que culpar al PP de todo lo malo y asegurar que vivimos en el mejor de los mundos, que él nada sabía de manzanas podridas en Ferraz o en La Moncloa, ya no es suficiente y que habrá de ensayar algo más. Si tuviese que apostar -y apostar, cuando de acciones previsibles de Sánchez se trata, siempre supone un riesgo probable de equivocarse-, yo diría que el presidente prepara, a no muy largo plazo, alguna sorpresa de las muchas que están a su alcance: desde una remodelación gubernamental -imprescindible desde hace meses, y siempre inexplicablemente frenada-hasta una convocatoria extraordinaria, para enero, de un debate sobre el estado de la nación, igualmente siempre aplazado, pasando por algún viraje importante en su política 'frentista'.
Francamente, no sé si esto que anticipo será a o no una realidad a corto o medio plazo: cualquiera sabe lo que Sánchez tiene en la cabeza. Lo que sí sé es que el presidente llega exhausto a este fin de año, con una petición por parte de Núñez Feijoo -con quien literalmente ni se habla-para que el Congreso celebre un pleno extraordinario la próxima semana para tratar de la "corrupción sistémica" del Gobierno y el partido que lo sustenta. También sorprende el silencio del coaligado Sumar, en cuyas filas cunde, dicen, el desconcierto y la desolación ante lo que está ocurriendo con el 'socio mayor' , o sea, el PSOE.
En estas condiciones, cuando las portadas de cada día se convierten en un nuevo sapo a tragar por el inquilino de La Moncloa, lo verdaderamente extraño sería que Sánchez, el mago de la supervivencia, no hiciese nada. Yo creo que el lunes habrá noticias, casi seguro. Pero ¿qué noticias?