Actualizado 17/12/2012 13:00

Fernando Jáuregui.- La semana política que empieza.- Cuando, un año más se encienden las alarMas.

MADRID 17 Dic. (OTR/PRESS) -

El viernes se cumple el primer año de Mariano Rajoy en La Moncloa. No es precisamente un período para grandes celebraciones ni para tirar cohetes, y a Rajoy le van a reprochar desde muchos sectores -no solamente la oposición_ sus incumplimientos; ya se ha dicho muchas veces que es el hombre menos envidiable de España. Por si fuera poco con la economía, tiene en sus manos la patata muy, pero que muy, caliente de Cataluña. Y sabe que tiene que hacer algo más que seguir quieto y aguantando, como si el tiempo, por sí solo, resolviese los problemas. ¿Lo hará?

A veces es difícil evitar los juegos de palabras, aunque uno sepa que son facilones. Decir que se están disparando las alarMas, cuando el molt honorable president de la Generalitat se balancea en una cuerda floja que le puede poner en manos de sus no tan amigos, y menos aún correligionarios, de Esquerra, es una tentación en la que voluntariamente caigo, pidiendo perdón al amable lector. Pero sí, estoy alarmado ante la que se nos viene encima con ese pacto que se ha llamado tripartito entre Convergencia, Unió y ERC. Los dislates, el desgobierno y el caos de aquel tripartito encabezado por el socialista Montilla, en el que también estaba Esquerra, pueden quedarse en nada en comparación con lo que podría venir.

Solamente confío, en estos momentos, en el buen sentido antaño mostrado por el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, de quien se sabe, o se sospecha, que se resiste a suscribir un acuerdo formal con las huestes de Oriol Junquera, cuya vocación, y casi cuya obligación, consiste en procurar la secesión de Cataluña cuanto antes.

Pero este Duran no es ya 'nuestro' Durán, que nos lo han cambiado. Hace tiempo que no hablo con él, y eso que un día le pronostiqué -menuda equivocación_ que llegaría a presidente del Gobierno central: ahora tiene un papel histórico aún más importante que cumplir, el de amainar el desvarío de Mas y evitar que cundan -más aún- las alarMas. No estoy muy seguro de que vaya a hacerlo, y de ahí mis aprensiones, porque me parece que el acuerdo del presente y futuro presidente de la Generalitat con quien encabeza el Gobierno central está, si Dios y ellos mismos no lo remedian, muy lejano.

Así, el destino del país está en las manos de tres o cuatro personas, como mucho. En las de Rajoy, cuyo primer año en el poder no puede decirse que haya sido precisamente triunfal; en las de Artur Mas, de quien ya nada puede esperarse; en las de Duran, que tendría que romper de una vez con 'esta' Convergencia y, si usted quiere, también en las del Rey, que alguna vez habrá de dar un puñetazo sobre la mesa autonómica y reclamar enérgicamente algo de cordura.

Los demás, desde Alfredo Pérez Rubalcaba y sus propuestas de futuro -ya podría haberlas hecho cuando gobernaba, caray_ hasta Iñigo Urkullu y su pragmatismo plausible, pasando por el reelegido Cayo Lara, etcétera, son meras comparsas en lo que podría derivar en tragedia, aunque ahora sea casi una comedia. Pero bien haría Rajoy en tomar nota de algunas de las cosas que los citados, aunque estén en minoría, proponen: no puede, simplemente no puede -sobre todo, no debe_ entrar en su segundo año de mandato, y en este 2013 tan negruzco, sin hacer más, mucho más, de lo que está haciendo.

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