Actualizado 07/03/2010 13:00

José Cavero.- La persecución de Garzón

MADRID 7 Mar. (OTR/PRESS) -

Finalmente, el propio Baltasar Garzón ha decidido contestar a las muchas cuestiones que nos habíamos planteado los analistas políticos: ¿Por qué tanta animadversión contra el más famoso de nuestros jueces, y un juez de indudable eficacia durante décadas, desde su juzgado de la Audiencia Nacional? Baltasar Garzón no ha dudado en apuntar contra sus probables adversarios y enemigos, que desde hace ya muchos meses tratan de desacreditarlo. No es menos cierto que algunos errores propios, como la cacería con el ministro de Justicia, o ponerse al frente de la búsqueda de responsabilidades durante los tiempos del franquismo, han alentado a esos enemigos y adversarios a iniciar su propia cruzada contra "el juez estrella", para terminar con él de una vez. Pero, ¿hasta el punto en que se encuentra la persecución? Hubiera resultado impensable un plan de captura tan hostil.

Dice el propio Garzón que el PP pretende depurarme por haber investigado la trama de corrupción del Caso Gurtel. Y es probable que haya algo de eso, o mucho, en el propósito que ha movido al abogado defensor de los "jefes" de la Gurtel que denunció la práctica de escuchar ilegales de sus clientes cuando estaban en la cárcel y sin previa autorización del juez. Ese abogado defensor, ojo al dato, fue anteriormente fiscal, y se sabe, por tanto, los entresijos del mundo de la Justicia, y sabe quiénes son los amigos y los adversarios de Garzón a quienes debe recurrir o de quiénes es aconsejable huir. Garzón también sabe bastante bien de dónde le llegan los tiros en esta cacería implacable que le ha puesto a él mismo en el disparadero, cuando proclama que "los que ahora me tachan de partidista se deshacían en elogios hacia mi persona en el pasado". Dice también Garzón que se trata de forzar la impunidad de los delitos que instruí. Y particularmente los de la última etapa de su actividad: Los crímenes del franquismo, de una parte, y los delitos de la trama Gurtel.

En uno y otro caso, Garzón ha venido a dar contra el PP y contra zonas de opinión ultraconservadoras, que no perdonarán fácilmente esa intrusión en unos campos que parecían aplacados y tranquilos: Las fosas que aún quedan en las orillas de muchas carreteras y caminos vecinales en las que se libró una parte de la guerra civil. Para unos y para otros, el PP, la Falange, los franquistas, Garzón ha pasado a ser "el enemigo público número uno", al que hay que "cazar" y expulsar de un oficio tan relevante como la judicatura de la Audiencia Nacional. Aunque, para ello, sea preciso olvidar muchas otras tareas de extraordinaria importancia para el Estado, como la persecución de la trama económica de ETA, o la persecución de los narcodelincuentes gallegos de la Operación Nécora, o la búsqueda de los delincuentes internacionales que buscaron cobijo en España.

Ahora, el siempre peligroso juez de la Audiencia ha cambiado el destino de sus investigaciones: busca quién dirige y encabeza la persecución de la que es objeto, qué enemigos tiene entre los propios jueces, en la clase política, en los medios de información. Y es evidente que tiene datos abundantes de quien mueve cada una de las cuerdas que ha comenzado a notar en su propio cuello en los últimos meses. Y comprueba que son poderosísimos y conjuntados enemigos, si es que alguna vez hubo "enemigo pequeño". Sin ir más lejos, el muy satisfecho comentario de Falange: Garzón no se libra de ésta. Vamos a ver en qué termina esta cacería implacable, y a quién se lleva por delante. De momento, cada tirador ha marcado ya a sus deseables víctimas.

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