MADRID 27 Oct. (OTR/PRESS) -
Después del anuncio del Gobierno de que encargaba a los abogados del Estado plantear la recusación de dos magistrados en quienes se viene observando una clara inclinación a favor de las tesis del PP, este partido ha contraatacado con la misma moneda, procediendo a recusar a otros tres magistrados de los considerados progresistas, o sea, más bien coincidentes con los planteamientos que hace el partido socialista gobernante. De manera que unos y otros han actuado del modo que suelen hacerlo las grandes potencias, cuando una expulsa a un espía y la otra replica con la expulsión de dos o de veinte... Total, que el TC, el famoso Tribunal Constitucional que debe establecer si determinadas normas legales que se someten a su análisis se atienen a la doctrina de la Constitución vigente, está seriamente "averiado", y hasta podría decirse que en estado agónico. Realmente, cabe hacerse preguntas muy serias sobre la presente situación en que se encuentra el tribunal intérprete de la primera norma de funcionamiento del Estado:
- ¿Tienen verdadero interés los grandes partidos españoles en que exista ese Tribunal?
- ¿ El Tribunal Constitucional es realmente neutral y está suficientemente capacitado para realizar las tareas que tiene encomendadas, o más bien es una nueva cámara de representación política y de los políticos, que se divide en función de las cuotas de diputados con que cuentan?
- Los magistrados del TC están elegidos por su curriculum brillante y su sabiduría irreprochable. Pero, ¿se ganan la condición de personajes neutrales, a salvo de las presiones e inclinaciones de los políticos que los eligieron?
La respuesta a esas preguntas, y a muchas otras que pudieran realizarse, es frustrante para cualquier ciudadano que haya seguido la trayectoria de los grandes órganos de funcionamiento de la Justicia. El TC está "varado", o averiado. Pero no lo está menos el Consejo General del poder Judicial, otro órgano gravemente contaminado por la política y repartido por los dos grandes partidos. Los dos, por cierto, deberían haberse renovado, pero nadie -de los grandes partidos- quiere ceder en sus pretensiones, y ahí tenemos dos instituciones de las más serias... haciendo el ridículo y desprestigiándose más y más por momentos. ¿Hasta cuándo? ¿Quién, finalmente, asumirá el deber de rectificar y de hacer "presentables" socialmente al TC y al CGPJ? ¿De verdad se desea que así sea?Esa es la gran duda. Si los dos grandes partidos quieren destruir y anular, de una vez por todas, el prestigio y la existencia misma de las dos grandes instituciones. Estamos camino de que así sea.
José Cavero.