Actualizado 10/04/2011 14:00

José Luis Gómez.- A vueltas con España.- Portugal y España.

MADRID 10 Abr. (OTR/PRESS) -

Los problemas de los países europeos que han sido rescatados derivaron siempre en fuertes tensiones financieras, también en Portugal, mientras ya se anticipa un severo control sobre España, que presentará a examen en Bruselas a más entidades de crédito que Alemania, Francia e Italia juntos. En estas crisis pagan los gobiernos por su responsabilidad política pero no en todos los casos por ser los principales causantes, por mucho que se les atribuya un nivel de gasto excesivo. El país vecino es un ejemplo más: pesó más el riesgo del colapso financiero que su nivel de deuda. Al final, fueron necesarios otros 80.000 millones de euros, cifra similar a la asignada a Irlanda e inferior a la del rescate de Grecia, que fue de unos 100.000 millones. El dinero lo pondrán la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, a cambio de un interés elevado que obligará a Lisboa a aplicar severos ajustes fiscales, económicos y laborales. En otras palabras, el Estado será menos protector, se privatizarán más compañías públicas y los trabajadores lo pasarán mal.

Esta primera gran crisis financiera del siglo XXI es tan fuerte que casi nadie está a salvo, pero aún así no parece probable que España siga los pasos de Portugal, en parte por su dimensión económica y en parte por haber hecho algunos deberes importantes. De momento, el diferencial del bono español es de 1,80 con respecto al alemán, muy por debajo del máximo de hace unos meses, pero las cosas aún pueden complicarse. Y es que, por si hubiese pocos problemas, llega la subida de los tipos.

Tanta maldad -"¿qué Europa es ésta en la que vivimos?", decía un titular de ayer en el Diario de Noticias de Lisboa- se debe a que para el Banco Central Europeo es más importante controlar la inflación de los países que van bien, como Alemania, que ayudar al crecimiento de los que van mal, como España. De esta forma, para los particulares van a encarecerse las hipotecas, con lo que habrá menos renta disponible, y para las entidades financieras subirá el coste de su materia prima, el dinero. Asimismo, se encarecerá el precio de la deuda y las empresas pagarán más intereses por sus créditos. Resultado: pueden surgir nuevos riesgos de caídas del consumo y de menos producción en algunos sectores, lo cual repercutirá en más paro. De momento, es lo que hay.

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