Actualizado 21/12/2007 01:00

Lorenzo Berlando de Quirós.- El conejo y las propinas

MADRID 21 Dic. (OTR/PRESS) -

En estas Navidades, los españoles debemos abandonar los lujos gastronómicos y concentrarnos en comer conejo y dejar de dar propinas. Esto ayudará a mantener una dieta baja en colesterol, a tener a raya la explosión demográfica de los amigos de Bugs Bunny y, según un alto dignatario del Ministerio de Agricultura y del vicepresidente segundo del gobierno, a combatir la hidra inflacionista. Nunca esos pequeños roedores ni el cese de las propinas han prestado una ayuda tan grande a la salud física y económica del país. Para qué reformas estructurales, para qué una política fiscal restrictiva si tenemos dos armas secretas para liquidar la inflación: el conejo, animal autóctono y, no dar un duro a nadie cuando nos devuelvan el cambio, instrumentos de política económica insustituibles.

Bromas aparte, la invitación del Secretario General de Agricultura a comer conejo puede conseguir efectos contrarios a los esperados. Si la demanda de ese simpático animal se dispara, gracias a la recomendación del funcionario, su precio aumentará de manera sensible con lo cual el impacto alcista sobre el IPC de ese movimiento podría ser igual al de los productos que han provocado su subida en el último mes. Si consumimos más conejo y menos vacuno, los precios de este tipo de carne bajarán pero se incrementarán los de la otra. Aunque eso dependerá, claro, de la elasticidad precio de ambos productos que, seguramente, habrá calculado el Sr. Puxeu.

Lo de Solbes es otra cosa. Después de diez años de operar con euros, los españoles no han aprendido a hacerlo. No saben calcular el valor de las cosas y, por ello, dan propinas desmesuradas. La relación de las propinas con la inflación es oscura y quizá dé lugar a sesudas tesis doctorales tras el descubrimiento realizado por Solbes; es más, el gobierno debería hacer algo para evitar que los consumidores sigan derrochando su dinero en agradecimiento al trato que les dispensan los camareros, los botones de los hoteles, los taxistas etc. Señores, ya tenemos la solución a la inflación.

Lorenzo Berlando de Quirós.

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