MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -
Mientras que José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno se van afianzando en la lucha nacional, europea y global contra la crisis, Mariano Rajoy y su partido van perdiendo cada vez más el pie, la estrategia y las ganas. La crisis económica se había quedado como la única arma seria de oposición en manos de la derecha, una vez disipadas en el olvido las fantasmales historias para no dormir de la pasada legislatura, que, por una vez y sin que sirva de precedente, no voy a recordar, porque a lo mejor es un coñazo (me salta, ay, la línea roja en el ordenador) eso de repetir a los lectores lo que ya se saben de memoria.
Y héte aquí que de pronto la UE, por iniciativa de Zapatero ante Sarkozy, se reúne y lanza las grandes medidas que disparan las Bolsas, la inflación baja otros cuatro puntos, el petróleo se modera... y Rajoy se ve obligado a aprobar, a regañadientes y con apostillas infumables, qué coñazo (de nuevo la línea roja), las medidas económicas y financieras que le ha explicado Zapatero. A partir de ahí, la tarea de oposición se complica mucho más: estamos a la espera del hallazgo de alguna nueva panacea.
Pero que nadie interprete el alivio o el respiro de los dirigentes y de la opinión pública en el sinvivir de la crisis como una superación sustancial de la misma. Hagan caso de Durao Barroso, el presidente de las Comisión Europea, para quien si la cosa va mejor, sería imprudente hacerse ilusiones antes de tiempo. Me fío del portugués, ese tipo atildado que es un prodigio en el manejo de los idiomas. ¿No le han oído hablar inglés, francés, español, como si fuese un nativo de Londres, París o Madrid? Me rindo ante él. Y que nadie pierda la perspectiva de lo que yo les contaba en la anterior columna, la de la nueva era global y la superación del viejo, caduco e inútil sistema neoliberal, pensando, claro, sobre todo en el pueblo llano, y no en los grandes y enmillonados culpables de los desastres económicos y financieros, a los que ya se les empieza a pedir cuentas y responsabilidades, de momento sólo en el plano teórico y del comentario mediático. Pero qué callados están. Se han vuelto mudos.
Pedro Calvo Hernando.