Publicado 23/12/2025 08:01

Rafael Torres.- Los cómplices de Epstein

MADRID 23 Dic. (OTR/PRESS) -

La desclasificación de los documentos del llamado "archivo Epstein" oculta mucho más de lo que desvela, y lo hace, como todo cuanto se relaciona con la Administración Trump, de manera torpe y grosera. La resistencia a publicar los despojos documentales del adinerado pedófilo y proxeneta que surtía de niñas y adolescentes a príncipes, políticos y millonarios, ya invitaba a sospechar que en ellos se encontraría el rastro de toda esa hez social, pero, vencida al fin sólo gracias a la suma de algunos republicanos a la indesmayable presión de los demócratas, lo que se ve publicado es como si no se viera, o peor, pues no sólo quedan miles de documentos sin desclasificar, sino que los que han visto la luz la han visto entre tinieblas, emborronados con tachones y grandes partes censuradas.

Quien abrió a Jeffrey Epstein las puertas del gran mundo, del gran mundo podrido se entiende, la siniestra Ghislaine Maxwell, hija del conocido magnate de los medios de comunicación, goza hoy de toda clase privilegios en la cárcel donde purga, es un decir, los veinte años de reclusión a los que fue condenada por sus actividades como "madame" de Epstein, y espera el indulto de Trump, que le llegará de su mano como les ha llegado a muchos otros delincuentes. Pero también fue ella quien le abrió tantas veces, tras esas iniciales puertas, las de sus picaderos para entregarle la inocencia de las víctimas como cooperadora necesaria del repugnante ultraje.

El Departamento de Justicia, obligado por lo que queda de la Ley en EE.UU. a desvelar los ríos de mierda que fluyen por el "archivo Epstein", justifica el escamoteo descarado de la desclasificación en que no le ha dado tiempo (¿a qué? ¿a expurgar?), y los tachones a la protección de las víctimas, las mujeres que siendo menores fueron corrompidas y reducidas a la condición de párvulas esclavas sexuales por ese gran mundo de depredadores sin alma ni conciencia, pero con mucha influencia y dinero. Y, por supuesto, que Trump, viejo amigo de Epstein que aparece secreteando rijosamente con él en fotos ya conocidas, nada tiene que ver en el escamoteo. Seguirá, pues, la desclasificación de aquella manera, ocultando no el nombre de las víctimas, sino el de sus verdugos.

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