Publicado 11/06/2019 08:01

Rafael Torres.- Incapacidad absoluta permanente

MADRID, 11 Jun. (OTR/PRESS) -

Juan José Cortés anuncia que acudirá a la Fiscalía y que interpondrá querellas judiciales para defenderse del alud de críticas que ha suscitado el conocimiento público de sus cuentas y sus ingresos, particularmente de los derivados de la pensión por incapacidad absoluta permanente que recibe y que, al parecer, pretende hacer compatible con el sueldo de su trabajo como diputado, sumándola a éste. Podrá Juan José Cortés, desde luego, acudir a donde estime oportuno e interponer cuantas demandas quiera, que no con ello amortiguará la indignación suscitada por dicho conocimiento, sino antes al contrario.

La cuestión que el diputado del PP quisiera silenciada no radica tanto en los 16 euros que declara en su cuenta corriente con una pensión de más de 25.000 al año, o en los bienes que posee, varios automóviles y locales, como en la brutal asimetría de su caso en relación con el de tantos miles de trabajadores españoles que, sufriendo patologías severas e incapacitantes, no encuentran en los tribunales médicos la longanimidad que encontró Cortés alegando una hernia y una depresión. Pudiera ser que, en efecto, éstas dolencias le impidan trabajar absoluta y permanentemente, pero la extendida circunstancia de que otras más graves padecidas por otros muchos no merezcan la misma consideración ni la pensión correspondiente, siquiera no tan alta como la del nuevo diputado, excita, como es natural, la desconfianza, el malestar y la sospecha.

Son innumerables las personas dolientes, muchas de las cuales apenas se pueden mover, y menos realizar labores físicas de alguna intensidad, que han visto denegada su calificación de incapacidad para el trabajo y el subsidio inherente. La mayoría de ellas, condenadas a arrastrarse para allegar un salario de supervivencia, serían incapaces de desarrollar la actividad que públicamente despliega, siempre de la ceca a la meca, el señor Cortés. Otras muchas, igualmente, no soportarían los continuos viajes que el trabajo de los diputados requiere, o las horas de inmovilidad que éstos han de guardar estabulados en su escaño. ¿Comprende Juan José Cortés, y los tribunales médicos, el porqué de la indignación general creada? Ahora bien; el colmo del suceso lo ha servido el propio Partido Popular, que, pretendiendo echar un cable a Cortés, ha dicho que el de diputado no es un trabajo. ¿Y qué es?

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