Publicado 28/02/2019 08:02

Victoria Lafora.- ¿Arte o marketing?

MADRID, 28 Feb. (OTR/PRESS) -

Ayer se inauguró Arco, la feria de arte madrileña que reúne a galerías de todo el mundo y donde la provocación suele ser norma de la casa. Pintores y escultores aprovechan la plataforma para mostrar las últimas trasgresiones del arte en el siglo XXI. Todo normal. El numeroso público que acude a la muestra sabe distinguir perfectamente entre una "performance" y la obra de un autor consagrado.

Pero cabe preguntarse si el ninot del Rey Felipe VI, un simple muñeco de madera, copia de la figura del Museo de Cera, con instrucciones precisas de quemarse al cabo de un año para que surja una calavera y por el que hay que pagar doscientos mil euros, es una obra de arte o una operación de marketing.

No es la primera vez que los autores utilizan la plataforma de Arco para dar la campanada. Ya el año pasado comprometieron a una galerista de prestigio como Olga de Alvear que se vio obligada a retirar su obra: "Presos políticos en España" por orden de la dirección de Ifema. Consistía en una serie de retratos "pixelados" de los líderes del "proces", entre ellos Jordi Cuixart y Oriol Junqueras. La obra acabó, como no, en el salón de Tatxo Benet, socio de Jaume Roures, tan afectos ambos al independentismo. No estuvo ágil ahí el president de la Generalitat que, sin duda, se quedó con las ganas de incorporar la obra al Palau de la Generalitat.

Este año, ambos creadores han buscado la cobertura de una galería italiana para colocar su ninot que, el derecho a la libertad de expresión y las críticas que el año pasado recibió Ifema, hacen suponer que permanecerá en su rincón toda la feria. Y será, seguramente, otro empresario afín al independentismo el que pague los 200.000 euros para poder quemarlo.

A eso se llama "encontrar un nicho de mercado". ¡Con lo difícil que resulta colocar una obra de arte si no se es una figura reconocida en el mercado internacional! Esta estrategia no hace sino seguir la estela del indescriptible Damien Hirst, ese señor que se ha hecho de oro vendiendo animales muertos sumergidos en piscinas de formaldehido. El también trabaja en equipo: tiene contratados a un grupo de operarios que realizan la obra siguiendo sus pautas artísticas. El problema es que el marketing tiene una vida mucho más corta que el arte y desde hace diez años sus cebras y demás animales muertos se han depreciado más de un veinte por ciento, lo que ha supuesto el despido masivo de los "negros" que realizaban sus obras.

Los creadores del ninot han encontrado un filón político sentimental donde colocar su material. En el agravio y el victimismo del separatismo catalán hay un potencial mercado que les puede dar juego y dinero por décadas. Seguramente el presupuesto destinado a mantener la casa de Waterloo dispone de fondos para decorar esas paredes vacías. Será por dinero...

Queda por saber si de lo que estamos hablando es de arte o de otra cosa.