El cardenal Rouco dice sobre la encíclica del Papa que el amor de Dios "ha de movernos a transmitirlo a los demás"

Actualizado: lunes, 30 enero 2006 18:04

En una sociedad como la nuestra --la europea y la española-- es moneda corriente plantearse la vida como si Dios no existiera

MADRID, 30 Ene. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, publicó una carta pastoral dirigida a los madrileños en la que se refiere a la encíclica 'Dios es amor', del Papa Benedicto XVI, y afirma que conocer y creer en ese Amor de Dios es "el impulso espiritual que ha de movernos a transmitirlo y comunicarlo a los demás, precisamente en un mundo en el cual a veces se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia".

En una sociedad como la nuestra --la europea y la española-- es moneda corriente del existir diario "el plantearse la vida como si Dios no existiese y buscarse la felicidad al margen de Él", que se cambia "por el seguimiento y la adoración de tantos ídolos que sólo pueden garantizar una cosa: la satisfacción egoísta y, al final, frustrante y mortal de nuestras pasiones más instintivas", señala el arzobispo madrileño.

Indica después el cardenal Rouco que "Benedicto XVI nos lleva de la mano a través de una reflexión iluminada por la fe y la razón a que conozcamos la infinita gratuidad y belleza del amor con que Dios nos ha amado en la creación y en la historia de la salvación".

DESCUBRIR LA CAPACIDAD INNATA DE AMAR

Este amor "permite al hombre descubrir su capacidad innata de amar, la gran y profunda herida que ha sufrido en la historia del pecado, los peligros que la siguen amenazando aún después de que hubiera sido puesta en condiciones de ser vivida en toda su integridad, más aún, en una plenitud de entrega y de oblación -de 'ágape'- que nunca el hombre hubiese podido soñar, a no ser por una muestra de amor divino tan insondable como la que se nos manifestó y dio en el Misterio de la Encarnación del Hijo y de su Muerte en la Cruz y en su Resurrección".

Desde esta fuente inagotable del amor eucarístico de Cristo --continúa el arzobispo de Madrid-- desarrolla el Papa "todo un programa para comprender evangélicamente el Mandamiento del Amor y vivirlo en nuestro tiempo en todos los ámbitos de la sociedad: desde los más personales y privados hasta los más públicos, incluyendo los que afectan a la comunidad política y a la paz".

"Su luminosa explicación de la relación íntima existente entre los postulados teóricos y prácticos de la justicia y la posibilidad de su realización en la vida y donación del hombre expresada y comprometida en el amor y por el amor, resulta especialmente actual; así como su llamada de atención a la importancia de 'la oración ante el activismo y el secularismo de muchos cristianos comprometidos en el servicio caritativo'. ¡Todo un programa pastoral alentado por la esperanza cristiana y formulado con una fina y sensible percepción de los signos de los tiempos para la nueva Evangelización!".

Al final, el Papa, después de afirmar la unidad intrínseca entre fe, esperanza y caridad y de invitarnos a "vivir el amor y, así, llevar la luz de Dios al mundo", nos pone a los Santos como los modelos permanentes y nunca pasados del testimonio del amor verdadero que convierte al mundo y nos remite a Santa María, Madre de Dios, "la que ha dado al mundo la verdadera luz, Jesús, su Hijo, Hijo de Dios, para que, imitándola y confiándonos a su cuidado maternal, acertemos en el camino el Amor del Dios que nos salva".