OURENSE, 11 Feb. (EUROPA PRESS) -
El chófer asesinado en Verín en septiembre de 2011, Barnardino Pousa, murió de los 21 golpes que recibió su cráneo, cerebro y cara. Según explicaron los forenses en el juicio abierto, las múltiples hemorragias originadas llegaron a su boca y nariz e inundaron de sangre las vías respiratorias, por lo que la causa inmediata de su muerte fue la asfixia.
Los técnicos del Instituto Médico Legal de Galicia (Imelga) comparecieron este martes en el juicio para explicar causas de la muerte de Bernardino Pousa, en el que contaron 21 heridas y golpes en cabeza y cuello, diez en los brazos y una en el pecho, ocasionados por una barra de hierro de 72 centímetros de largo por tres centímetros de ancho.
Dijeron, además, tener la "certeza" de que el chófer se defendió al ser atacado ante la puerta de salida del autobús que acababa de conducir desde Samil, pues su cuerpo, encontrado en el interior de la cochera de la empresa Guerra en Verín, tenía "heridas de defensa". Además, detallaron que había hasta seis, entre ellas una producida detrás de la oreja al intentar proteger su cabeza con la mano.
"Hay una marca que reproduce la hebilla de su reloj, pues el golpe con la barra fue parado por la mano y dejó la marca en su piel y un hematoma", ha explicado uno de ellos.
HERIDA DEL CUELLO SUPERFICIAL
Ambos forenses situaron la hora de la muerte entre las 22,00 y las 00,00 horas, con un margen de error que permite añadir una hora más por arriba y otra por abajo de ese intervalo. Además, indicaron que "hay argumentos médicolegales tanto para defender que primero le cortaron superficialmente el cuello y luego lo golpearon, como para la secuencia contraria, o incluso para defender que el corte en el cuello ocurrió entre los golpes".
El corte en el cuello fue superficial, pues no afectó ni a la tráquea ni al sistema respiratorio, de manera que no fue causa de la muerte. "Aunque sí tenemos la certeza de que se produjo muy cerca de la muerte, lo que significa que pudo ser en el intervalo de una hora antes o después del fallecimiento por asfixia a causa de los traumatismos cráneo-encefálicos y faciales", explicaron.
Expusieron también la imposibilidad de saber si el ataque al chófer fue por la espalda o por delante, o con él ya en el suelo, y detallaron las lesiones producidas en su cuerpo con una radiografía que mostraron a los miembros del jurado.
En el mismo lugar que el cuerpo, los forenses encontraron la barra usada para los golpes, el reloj de la víctima roto en el suelo y fuera de la nave, el cuchillo que pudo ser utilizado para las heridas por corte.
DE "BIENTRATADA A UNA MÁS"
Durante la mañana, un total de doce técnicos del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid, por videoconferencia, comparecieron en el juicio y aludieron a la ausencia de restos biológicos y huellas en las muestras que recibieron tanto del lugar del crimen, como de la furgoneta posiblemente utilizada por el acusado Alberto V.L., para trasladar al sicario, como de las ropas de ambos. Los únicos restos biológicos detectados contenían el AND de la víctima.
También declararon familiares de Alberto V.L., novio en aquel momento de la acusada María Ángeles P.A., hija de la víctima, y el exmarido de María Ángeles y padre de sus dos hijos de 14 y 16 años que explicaron la situación económica de ambos y sus relaciones con Bernardino Pousa.
El resto de la mañana se centró en los testimonios de los agentes de la Guardia Civil que intervinieron desde el primer momento y durante seis meses en las investigaciones que condujeron a la detención de los acusados, en febrero y marzo de 2012.
Según el jefe del equipo, desde el primer momento "se pensó que las personas que tenían motivos suficientes para dar muerte a Bernardino eran los de su círculo familiar", y resumió esos motivos en "una separación de su esposa que nunca alcanzaba un acuerdo en el reparto de los bienes, la determinación de Bernardino de separarse de mutuo acuerdo o no".
Añadió que existían "problemas de relación" entre la víctima y su hija, porque ésta no aprobaba la nueva relación de su padre con una compañera de trabajo (que ésta negó este lunes en el juicio) y el distanciamiento "hizo que Ángeles dejase de ser la bien tratada y la favorita para ser una más", según el responsable de la investigación.
Asimismo, indicó que se detectaron contradiciones en las declaraciones prestadas en varias ocasiones por Alberto y Ángeles, y pasaron de las escuchas telefónicas, que apenas dieron resultados por las prevenciones que tenían en hablar, a la instalación de micrófonos en los coches de ambos, "pero al hablar en ellos subían el volumen de la música y hablaban en voz baja, así que se sabían investigados".
"HAY FALLOS EN ESTE PUZZLE"
Las acusaciones, en un interrogatorio de casi dos horas, pusieron en duda algunas conclusiones de la investigación. Para la abogada del posible sicario, Ilidio M.R., "hay muchos fallos en este puzzle", en alusión, por ejemplo, a que no se buscó al "primo de Ilidio", qum, según dijo, le acompañó en los primeros intentos de matar a Bernardino.
Por su parte, el abogado de Alberto V.L., puso en duda la declaración de su defendido ante la Guardia Civil, que el agente policial calificó de "sincera" y "la primera que hizo para descargar su conciencia".
El letrado quiso saber si se indagó la procedencia de la "llamada anónima" que provocó la detención de Alberto V.L., seis meses después del crimen y a sus preguntas, el jefe de la investigación admitió que antes de que Alberto fuese detenido "no se sabía nada de la existencia de Ilidio M.R.", y no se indagó más porque esa pieza hizo encajar todo lo que los agentes ya sabían.
Las conclusiones definitivas de defensas y acusaciones comenzarán a las 9,30 del miércoles, en la recta final del juicio que luego quedará pendiente del veredicto del jurado.