Gracía-Gasco defiende la Constitución "a pesar de sus claroscuros" y pide responsabilidad a los políticos para aplicarla

Actualizado: jueves, 30 noviembre 2006 16:27

VALENCIA, 30 Nov. (EUROPA PRESS) -

El arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García-Gasco, exhorta en su carta de esta semana a "celebrar y aplicar la Constitución" porque "a pesar de sus claroscuros, la máxima ley del Estado puso los cimientos para superar de forma civilizada los graves enfrentamientos que dividieron España en el siglo XX", según informaron fuentes del Arzobispado a través de su agencia Avan.

En relación con la próxima celebración del Día de la Constitución, el prelado afirma que las leyes "necesitan de políticos responsables que las pongan en práctica, de grupos sociales generosos que promuevan el bien social, y de ciudadanos que no desperdicien el poder maravilloso de la caridad, sino que la pongan en práctica como signo de su compromiso cristiano por una sociedad justa".

Después de recordar que la Carta Magna, en su artículo primero, reconoce que España "se constituye en un Estado social, democrático y de derecho", monseñor García-Gasco expresa que "el orden justo de las sociedades es la tarea principal de la política" que "contribuye al bien común".

Sin embargo, sostiene, "no hay soluciones mágicas para conseguir un orden social", algo que, según el prelado "comprobamos cuando la Constitución proclama el derecho de todos los ciudadanos a disfrutar de una vivienda y dicho precepto no es una realidad".

El arzobispo de Valencia insiste en su carta en que para conseguir un orden justo "no hay piedras filosofales, ni recetas infalibles". Por el contrario, "sólo la decidida apuesta de cada persona y del conjunto de la sociedad para construir una sociedad más humana sirve para acercar a la justicia". En este sentido, García-Gasco pone como ejemplo "las acciones de la caridad cristiana que promueven entidades como las Cáritas locales, porque son las que evitan desahucios apoyando a las familias en situaciones de necesidad".

Asimismo, se refiere a las "utopías revolucionarias, que proponen soluciones radicales, rápidas y definitivas", en especial, al marxismo, "la más influyente en el pasado" cuando presentó "la revolución mundial y su preparación como panacea para los problemas sociales". No obstante, afirma, "ese sueño se ha desvanecido y quienes sienten la tentación de resucitarlo muy pronto comprueban que no es un buen camino usar el poder del Estado en contra de la libertad de las personas".

El arzobispo defiende que la justicia "es tarea de la política y está, por tanto, a la altura de personas libres que eligen comportarse de modo solidario, contribuyendo al bien común y socorriendo a quienes más lo necesitan". En realidad, precisa el prelado, "nadie puede excusarse de contribuir en su comunidad a un verdadero compromiso político que establezca un orden más justo en la sociedad".