MADRID, 18 Oct. (EUROPA PRESS) -
El presidente de Baleares, Jaume Matas, afirmó hoy que el efecto llamada a los inmigrantes no es consecuencia de las "facilidades" que se les pueden dar para llegar a los países occidentales, sino que se debe a una sociedad "próspera y envejecida", que necesita de aportes poblacionales para poder "mantener sus niveles de prosperidad". En el caso concreto balear, subrayó que el aporte migratorio ha sido "fundamental" para mantener las tasas, "no ya de crecimiento, sino de funcionamiento" de la economía del archipiélago. Asimismo, censuró el "descontrol" del Gobierno de la nación en esta materia y le reclamó que se "organice" cuanto antes.
Durante su intervención en los Desayunos Informativos de Europa Press, patrocinados por BANIF, Sun Microsystems, Thomson Aranzadi y Telefónica, argumentó que la "inyección de sangre joven" que supone la inmigración tiene efectos "multiplicadores" sobre la actividad económica, y ayudan al sistema productivo a mantener unos niveles de competitividad "en el globalizado y deslocalizado mundo occidental". Además, añadió que la inmigración es necesaria para mantener el sistema productivo y para la corrección de la pirámide poblacional.
En cualquier caso, abogó por adoptar una línea intermedia entre "multiculturalismo y asimilismo", que subordine de una forma clara el respeto por la diferencia, al sistema de valores y principios plasmados en las leyes españolas, "muy especialmente los que afectan a los derechos y libertades de la persona por el mero hecho de serlo". Así, apostó por arbitrar políticas inmigratorias que aborden no sólo la limitación de acceso, sino también estas otras cuestiones, y aseguró que el multiculturalismo crea guetos y genera "más problemas que soluciones".
En este punto, acusó al Gobierno de originar un "descontrol generalizado" como consecuencia de "irresponsables políticas" que "jamás han ponderado" el impacto que el "alud" inmigratorio produce en las sociedades de acogida. Por ello, destacó que el primero que debe "ordenarse" es, "con urgencia", el Gobierno de España, tanto de cara a controlar la inmigración ilegal como a canalizar los flujos en función del trabajo disponible. Si no se hace esto, avisó, a corto plazo podría ocurrir que España "importara paro" al evolucionar la economía hacia un crecimiento sin generación de empleo, "como está sucediendo en los países escandinavos".
EXPERIENCIA DE SUECIA Y HOLANDA
A este respecto, apuntó que hay que seguir con atención lo que está pasando en los países del norte de Europa, Suecia y Holanda por ejemplo, donde el "buenísimo compasivo" de sus sociedades ha provocado una especie de "esquizofrenia" en unos países que se han debatido entre el "multiculturalismo permisivo y la percepción de verse amenazados en su sistema de valores e identidad". Agregó que también están viviendo una contradicción entre un sistema asistencial muy desarrollado y la realidad de unos resultados que han provocado grandes bolsas de desempleo entre los inmigrantes y una "guetificación de algunos grupos étnicos".
Así, matizó que en Suecia la cuestión no es una discriminación xenófoba, sino que la economía crece sin crear empleo. Por tanto, solicitó que se reflexione sobre estas experiencias en España, porque, a su juicio, existen factores "evidentes" de riesgo a medio plazo. "Lo más problemático no es el encaje de los inmigrantes en el sistema económico, sino el conflicto cultural que inevitablemente provoca este choque tan abrumador entre las sociedades receptoras y los nuevos llegados", resaltó.
Preguntado acerca del papel de las CCAA en materia inmigratoria, Matas reclamó coordinación y una política clara. "Los principios básicos, que no son incompatibles, tienen que ser la defensa de las fronteras y la garantía del cumplimiento de la ley. Que se acepte la inmigración como un fenómeno capaz de generar riqueza, pero desde una acción anticipada, en el sentido de que hay que ser capaces de ir a buscar estos flujos migratorios de acuerdo a las necesidades de la sociedad", explicó.
Asimismo, resaltó la pertinencia de que pueda existir una adecuada política de "integración y respeto", al tiempo que insistió en que en esta materia tiene que haber, sobre todo, coordinación, de manera que el papel de las CCAA, sin renunciar a las competencias del Estado, sea de implicación "directa" en el proceso.
EL CASO DE BALEARES
El presidente balear aprovechó su intervención para hacer un breve repaso a la situación de las islas en relación con la inmigración. Según dijo, Baleares son un "microcosmos" que, a modo de laboratorio, permite analizar y extrapolar su experiencia al resto de España, al tiempo que recordó que mientras que en 1981 contaba con 13.000 inmigrantes, a 1 de enero de 2005 la cifra ascendía ya a 1760.000, esto es, un 17 por ciento de la población.
Matas comentó que a estos datos habría que añadir los inmigrantes ilegales, que pueden "disparar" estas cifras, aparte de agregar a los hijos de los inmigrantes que hayan nacido ya en Baleares, que en 2004 representaban el 21,43 por ciento de todos los recién nacidos en las islas. Con todas estas consideraciones, calculó que los inmigrantes representan en Baleares, "más o menos", el 25 por ciento de la población, lo cual resulta un "impacto brutal". Avisó, además, del riesgo de las expectativas, tanto por la continuidad de los flujos como por los reagrupamientos familiares que se producirán en los próximos años y que pueden "disparar" el número de extranjeros.
Por otro lado, hizo referencia a un reciente caso de violencia de género entre inmigrantes que tuvo lugar en Palma de Mallorca. A su juicio, ese asesinato podría ser la consecuencia de una cultura que infravalora a la mujer, la convierte en objeto de propiedad del varón y la instala en un "sometimiento y obediencia totales".
"Este caso era la culminación perversa de toda una cultura de la mujer que es incompatible con nuestros valores, y esto es serio, porque el contacto de los jóvenes inmigrantes o de las mujeres ya nacidas entre nosotros, con los modos, modas y valores de las sociedades occidentales, está provocando unas tensiones entre quienes desean ser libres de la cultura del país de origen", afirmó.
Finalmente, recalcó, eso sí, que la violencia de género no está asociada a ninguna raza, ni cultura, ni fenómeno inmigratorio, sino que, "desgraciadamente, responde al hecho del propio ser humano en general". Así, insistió en que el multiculturalismo genera más problemas que soluciones y obliga a un "relativismo ético y cultural" que resulta "insoportable" a las sociedades de acogida, al tiempo que añadió que, "para colmo", la experiencia indica que incrementa la marginación de los inmigrantes.