BIFFY CLYRO EN MADRID
LIVE NATION
Actualizado: viernes, 27 enero 2017 11:42

MADRID, 27 Ene. (EDIZIONES - David Gallardo) -

Tras visitar Madrid y Benicássim al calor del pasado verano, Biffy Clyro regresaban este jueves a la capital tras haber ululado convenientemente contra el frío la noche antes en el Sant Jordi Club de Barcelona. Y en el WiZink Center consiguieron que 4.500 fans aullaran con furia hasta que las bajas temperaturas del exterior se tornaran en candentes sensaciones calóricas en el interior.

Porque fue apagar las luces y aparecer sobre las tablas el trío integrado por Simon Neil (voz y guitarras) y los hermanos James Johnston (bajista y coros) y Ben Johnston (batería y coros) y dispararse la sudorosa hipertermia, especialmente en la parte frontal y central de la pista, donde estaban congregados los más fieles entre los más fieles de la hinchada.

Tras unos instantes plantados como estatuas bajo los focos haciendo, Wolves of winter es el primer intenso y profundo zarpazo de una velada en la que se suceden los estribillos épicos, los coros colectivos, los guitarrazos salvajes en plan hardcore y también los momentos de candor más cercano al pop. Eso es la banda escocesa (sí, escocesa, aunque parecen norteamericanos) y por eso su espectro de público es tan amplio, desde adolescentes tardíos a cuarentones que lo dieron todo en los años noventa (y aquí siguen).

La añeja Living is a problem because everything dies pone la velocidad de crucero antes del primer gran karaoke colectivo provocado por Howl, con coros finales que casi evocan clásicos como Born to run de Bruce Springsteen, aunque en realidad sean más propios de Foo Fighters, otra gran referencia para el grupo. Se baja el pistón ruidista un poco con la emocional Biblical, que engaña, pues acaba bien alto con otro aullido comunal, en este caso sí bien parecido a With or without you de U2.

Ese es el nivel de histeria en tan solo cuatro canciones, mantenido con Victory over the sun,God & Satan y la expansiva y certera Bubbles, que es inevitablemente otro de los grandes momentos. Ya han puesto las cosas en su sitio y, descamisados, los músicos sudan, corretean, saltan y se cortonsionan mientras zurran de lo lindo sus instrumentos para jolgorio de la parroquia. Que aúlla todo sin descanso, efectivamente, como lobos de invierno.

Violencia y delicadeza van intercalándose y en ocasiones se tocan (y se pieden confusamente incluso) en temas como Boooom Blast & Ruin, Friends and enemies, Modern magic formula, Black Chandelier, Re-Arrange, Herez, Medicine, Glitter and trauma, Mountains, In the name of the Wee Man y la primera interpretación en vivo de su más reciente videoclip, Flamable. Y antes de acabar, frenesí guitarrero con That golden rule y pulcra suavidad con Many of Horror, finiquitada con otro de esos coros que desafían a la afonía.

Tiempo aún para un bis de tres canciones para llegar hasta un total de 23: Machines, Animal Style y Stringin' Belle. El público quiere más porque ya nada le importa más que mantenerse con su manada, pero solo queda tiempo para la despedida y el apresurado cierre con las luces encendidas. La diáspora es inevitable pero los lobos siempre se mantendrán unidos, pastoreados por Biffy Clyro.