¿Cómo educar a mis hijos adolescentes?

Madre e hija charlando amigablemente
Foto: GETTY
Actualizado: viernes, 15 diciembre 2017 11:20

MADRID, 25 Feb. (EDIZIONES) -

Todos hemos sido adolescentes, pero no todos lo recordamos.

La adolescencia es una etapa vital con "mala fama", de ahí expresiones despectivas tipo "qué pavo tiene" o "es que está en una edad...". Pero la adolescencia no es ni buena ni mala, es una etapa más en la vida. No existe la adolescencia en abstracto, sino los adolescentes concretos: tu sobrino, tu hijo, tu vecino...

¿QUÉ RASGOS CARACTERIZAN A LOS ADOLESCENTES?

- Maduración cerebral: especialmente de la región prefrontal y sistema límbico. Lo que repercute en una mayor capacidad de autocontrol, toma de decisiones y desarrollo emocional al final de la adolescencia. Pero antes de ello son frecuentes los cambios repentinos de humor, la inestabilidad afectiva y el déficit en el control de sus afectos.

- Desarrollo físico y descubrimiento de la sexualidad: se manifiesta en el estirón adolescente, desarrollo mamario y de caderas en las chicas, cambio de voz y desarrollo muscular en los varones. Aumento del vello corporal en ambos.

- Desarrollo cognitivo: surge el pensamiento abstracto, la capacidad de hipotetizar y con ello, una mayor capacidad empática, es decir, de ponerse en el lugar del otro.

- Autoconocimiento: el adolescente se halla frente a la tarea de lograr una imagen coherente y una opinión de sí mismo. Durante este proceso, se siente inseguro, no sabe quién es y está constantemente buscándose a través de cambios en el aspecto físico: la forma de vestir, el peinado...

- Nacimiento del mundo interior y mayor necesidad de autonomía: surge la búsqueda de la intimidad hasta entonces ignorada. Tu hijo necesita aislarse, empieza a pasar más tiempo a solas. Manifiesta una necesidad creciente de autonomía, de tener un espacio propio y encontrarse a sí mismo.

- Formación de la identidad: concepto de sí mismo. Por primera vez tu hijo se está descubriendo y "quiere ser él mismo". De ahí sus frecuentes conductas de autoafirmación personal: necesita ser original, romper con la dependencia de los padres y distanciarse de la vida infantil. Para autoafirmarse puede que lleve a cabo conductas extremas,  excéntricas, utilice una jerga propia y se rebele contra lo establecido hasta ese momento.

- Aumenta el distanciamiento y los conflictos con los padres, en especial con la madre.  Directamente relacionado con la incipiente búsqueda de identidad. Ahora tu hijo quiere pasar más tiempo con sus amigos, poco a poco va disminuyendo su vinculación familiar. Le da seguridad la pertenencia a un grupo, de ahí el fenómeno de las tribus urbanas.

¿QUÉ PODEMOS HACER CÓMO PADRES?

El modo en que tu hijo supere esta fase vital hará que salga fortalecido y preparado para la vida adulta o bien, minado y sin armas.
  
1. Ante todo paciencia y serenidad: No al alarmismo. Normaliza la situación y transmite a tu hijo que esos cambios que está sufriendo son propios de la edad.

2. Facilita una buena comunicación: escuchar, escuchar y seguir escuchando. Destierra los sermones y consejos interminables. Mantén abiertas las vías del diálogo, dedícale un tiempo, pero no le exijas que hable. Aumentarás vuestra confianza y respeto.

3. Toma a tu hijo en serio. Necesita saber y sentir que es importante en su entorno familiar.Escúchale con atención y muestra interés por lo que dice.

4. Encaja con deportividad el alejamiento progresivo de tu hijo. No es nada personal, ni es contra ti. Está madurando, ya no es un niño y si le tratas como tal, probablemente salte. Ahora sus amigos cobran mayor importancia.

5. Déjale su espacio. Dale más autonomía y responsabilidad, que tome sus propias decisiones aunque se equivoque, aprenderá que los hechos tienen consecuencias, y a pensar e informarse antes de decidir. Conocerá sus limitaciones personales.

6. Fomenta el espíritu crítico. No tomes las decisiones por él.

7. Necesita autoridad: sigues estando al mando y tu hijo lo necesita. Los límites y las normas le marcan el camino y le facilitan la labor, aunque no son bien recibidos Es importante que los padres estén unidos a la hora de poner las normas y los límites en casa. Si el adolescente recibe indicaciones contradictorias, los padres perderán toda credibilidad en su hijo.   Es bueno que los padres establezcan  de mutuo acuerdo lo que consideren innegociable  y negociable en el hogar.

8. Establece normas y límites: horarios, tiempo de estudio y de ocio, gastos, internet y móvil. No son buenos los extremos laxos sin normas, ni los excesos. Puedes ayudarle limitando el tiempo de uso de las nuevas tecnologías, le puedes dar una paga mensual o semanal que él tenga que gestionarse e impida gastos superfluos, marcarle un horario determinado de vuelta a casa.

9. Recuerda que ante todo eres su padre o su madre: no eres su amigo ni su colega. Esa necesidad ya la tiene satisfecha, pero te necesita a ti como persona más madura que puede aportarle otra visión y perspectiva.

10. Fomenta una verdadera autoestima basada en el esfuerzo y los logros reales. Ojo con la sobreprotección; no ayuda. No le evites o resuelvas las posibles dificultades que pueden ir surgiendo. Aumentarás su inseguridad y sentimiento de minusvalía.

11. Valora su esfuerzo y no sólo los resultados. Le mostrarás el valor del esfuerzo diario.

12. Si no puedes tú sólo, busca ayuda. Acude a cursos de formación para padres, habla con los profesores y educadores, psicólogos o especialistas.

Te ayudará saber que de las relaciones personales de tu hijo adolescente, la relación con los padres es la más influyente. Tal vez desee pasar más tiempo con sus amigos, se vista como ellos, se haga piercings o extraños cortes de pelo... pero para las decisiones importantes confía más en vosotros, sus padres. ¡Aprovéchalo!

Elena Trigo López
Psicóloga