MALAGA 28 Jun. (EUROPA PRESS) -
El ucraniano Ihor D., acusado de maltratar y asesinar a su pareja, Irina, y a su bebé de ocho meses en la barriada malagueña de Las Flores el 28 de abril de 2004, aceptó hoy la pena de 38 años de prisión solicitada por la Fiscalía de Málaga, que rebajó su primera petición, que fue de 46 años, dos meses y 30 días de cárcel.
El juicio, que comenzó en la mañana de hoy y que estaba previsto que se desarrollase durante cuatro días, quedó visto para sentencia después de que las partes llegaran a un acuerdo.
Así, se solicita un año de prisión por un delito de malos tratos habituales, así como la privación del permiso de armas durante dos años; siete meses y 15 días de prisión por cada delito de malos tratos y la privación del permiso de armas durante dos años; 17 años y seis meses de prisión por cada asesinato, seis meses de cárcel por un delito de resistencia a la autoridad y 30 días de multa con una cuota diaria de seis euros.
El acusado aseguró que lo que recoge el manuscrito remitido a la Audiencia en el que él mismo narra los hechos "es cierto", al tiempo que señaló que en aquel momento no se sentía responsable de sus actos. Asimismo, indicó que cuando iba de camino a su casa "sentía que alguien estaba jugando con mi mente" y "me repetía que iba a matar al niño", a la vez que "me sentía como una máquina, como un robot".
Explicó a la sala, a petición del fiscal, que cogió dos cuchillos, "uno normal y otro grande". Con el pequeño agredió al bebé en la espalda "mientras que la madre le daba el biberón", y cuando el cuchillo se rompió buscó otro en la cocina, y cogió uno "grande", con el que agredió a la madre.
Según Ihor D., mientras que Irina comenzó a gritar, él le agredió, aunque "ella no sintió el último golpe con el cuchillo porque sólo le interesaba el niño". "Todo fue muy rápido", afirmó, al tiempo que admitió que no intentó socorrerles porque "ella corrió muy rápido, cogió al niño y salió", dirigiéndose a casa de la vecina. Mientras tanto, él se quedó en la puerta de la vivienda que compartían, viendo lo que hacía.
En ese momento "no me sentía responsable de lo que hacía, estaba vengando a la persona que jugaba conmigo", declaró y manifestó que tomaba una medicación con la que "no me sentía la misma persona".
Con respecto a que la madre de Irina, Liuvou Petrova, conociese que él maltrataba habitualmente a su hija, apuntó que "si fuera cierto, Irina se hubiese ido", y desmintió que hubiese maltratado a su mujer dos días antes de matarla.
Por otra parte, afirmó que con la Policía "sólo tuve problemas en comisaría, cuando comenzaron a pegarme y me pusieron un tranquilizante". "Cuando me recogieron de mi domicilio la vecina lo vio todo, yo no puse resistencia", apostilló.
Ihor D., que lleva poco más de dos años en la prisión de Albolote (Granada) por estos hechos, cumplirá un máximo de 25 años de los 38 que se le impondrán, tal y como establece la ley.
MADRE DE IRINA
Antes del comienzo de la vista, la madre de la asesinada, Liuvou Petrova, que se mostraba muy emocionada, aseguró sentirse muy mal, y expuso en declaraciones a los periodistas que quiere "justicia" y "que le den lo que merece" al asesino de su hija.
Petrova señaló que aún no ha asumido lo ocurrido, y subrayó que él no estaba loco, sino que imita la conducta de una persona trastornada. Así, recordó que Ihor D. escribió una carta "de muchos folios" en la que incluso describió cómo entraba el cuchillo en el cuerpo de sus víctimas, por lo que "no estaba loco, entendía muy bien lo que estaba haciendo".
"Al principio trataba al niño muy bien, pero después se obsesionó con la idea de que no era suyo", indicó la madre de la fallecida, y añadió que estaba "obsesionado" con esto. "Siempre le reclamaba que el hijo no era suyo, y al final lo mató", agregó.
Según la madre, "Irina le creyó mucho" porque "era el primer hombre, y no tenía ninguna relación externa". "El sabe que ha matado a su hijo", apostilló.
Petrova conocía que Ihor D. maltrataba a Irina, y lo vio en dos ocasiones. Después la víctima no volvió a contárselo, porque "tenía miedo de que interviniera", y se lo contó a su tía, a la que confesó que le pegó tan fuerte que incluso se quedó inconsciente.
"No tenían donde ir, estábamos buscando un piso para irnos los tres, pero los precios eran muy altos y lo que pedían era lo que yo cobraba", explicó, al tiempo que dijo que estaban buscando los medios para irse. "El día que los mató ya teníamos alguna propuesta, pero ya no hizo falta", lamentó.
Asimismo, expuso que no había denunciado los malos tratos que sufría su hija porque estaban en España de manera irregular, y tenía miedo de que la deportasen e Irina se quedase sola, sin su ayuda.
LA MALTRATABA DESDE 2002
El relato de hechos, elaborado por la coordinadora de la Fiscalía de Malos Tratos, Flor de Torres, y al que tuvo acceso Europa Press, detalla cómo desde el inicio de la convivencia en 2002 el acusado "fue sometiendo a su compañera Irina a malos tratos físicos y psíquicos y constantes actitudes vejatorias", lo que no denunció por "temor fundado" a que pudiera causarle mal a su hijo o a ella misma, por la dependencia emocional y económica y por el miedo a que pudiera ser deportada.
No obstante, sí acudió a los Servicios Sociales y al Area de Igualdad de Oportunidades de la Mujer del Ayuntamiento de Málaga en 12 ocasiones, una de ellas, días antes de su muerte, para manifestar las amenazas de su pareja y la intención de echarla de su domicilio y quedarse con el hijo de ambos. En esos momentos de violencia psíquica y física, según el fiscal, la joven recurría a su madre para que se quedara con ella en casa y así garantizar su integridad física y la del menor.
El día de los hechos, el procesado "volvió a iniciar una discusión con su compañera", según la calificación inicial, y se hizo con dos cuchillos. Aprovechando que Irina estaba de espaldas, le asestó ocho puñaladas, una de las cuales le atravesó totalmente el pulmón, y le causó una grave hemorragia; después, y con los mismos instrumentos, dio al bebé cuatro puñaladas todas ellas graves, que le provocaron la muerte por shock y parada cardiorespiratoria.
A pesar de que la mujer estaba "mortalmente herida", cogió al bebé en brazos y logró huir hasta la casa de una vecina, donde falleció poco después. Ambos tenían en la cara heridas de evolución previa fruto, según el fiscal, "de la violencia ejercida" al menos dos días antes por el acusado, quien "mantuvo en todo momento y hasta su detención una actitud de frialdad de ánimo, no socorriendo a sus víctimas"; de hecho, esperó apoyado en el quicio de la puerta de su vivienda "sonriendo y con un arma blanca en la mano".
En el momento de la detención, se abalanzó sobre un policía, con una actitud "violenta y agresiva" frente al agente, al que le causó lesiones que curaron en 10 días. Posteriormente, ya en dependencias policiales, mantuvo el mismo comportamiento, logrando incluso zafarse de los funcionarios, por lo que tuvo que ser trasladado al hospital Clínico donde se le diagnosticó agresividad psicomotriz y frialdad afectiva sin psicopatía alguna.