SEVILLA 13 Sep. (EUROPA PRESS) -
Alrededor del 30 por ciento de los fracasos escolares que se registran en Andalucía están relacionados con problemas de visión, según apuntó hoy en una nota el Colegio de Ópticos-Optometristas de Andalucía, que reseñó que el 25 por ciento de estos niños andaluces en edad escolar sufre algún problema de visión sin diagnosticar antes de comenzar una nueva etapa escolar.
A tenor de estos datos, la presidenta de la citada institución colegial, Inmaculada Morales, consideró "fundamental" que se tome conciencia de este problema, "tanto por parte de los propios profesionales, como de padres y educadores". Así, abogó por una detección precoz de estas deficiencias visuales "en beneficio de una disminución de las estadísticas que señalan cifras de bajo rendimiento e incluso fracaso escolar", advirtió.
Al hilo de ello, agregó que un niño que presenta dificultad visual "no podrá seguir atentamente las explicaciones de los profesores en la pizarra, ni podrá leer y estudiar con comodidad", motivos que le llevará, a su vez, a "rechazar constantemente ir al colegio, un comportamiento distraído y dificultad para centrarse en las lecciones".
"Muchas veces tanto padres como educadores achacan estas actitudes negativas a problemas psicosociales o de hiperactividad, siendo la causa más probable un problema visual sin compensar, de uno o de ambos ojos", agrega la nota.
Por ello, el Colegio de Ópticos-Optometristas se refirió a la necesidad de que estos niños pasen exámenes visuales específicos y con una cierta periodicidad "desde muy temprana edad".
RECOMENDACIONES.
En este punto, recomendó implantar revisiones visuales anuales durante toda la etapa de escolarización, a ser posible, al comienzo de cada curso y durante las épocas de más actividad, como el segundo y el tercer trimestre.
Dichas revisiones, sostiene este institución, deberían contemplar no sólo la agudeza visual, sino también la salud ocular y la funcionalidad visual, así como las capacidades de comprensión, a fin de conseguir el máximo desarrollo de las capacidades visuales de los alumnos y su máxima adaptación a las exigencias del aprendizaje.
En este sentido, declaró que anomalías visuales como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo "no son enfermedades, sino defectos funcionales de la visión", por lo que aconsejó "su temprana detección y la consiguiente puesta en marcha de un adecuado tratamiento de estas últimas con compensaciones ópticas".