Francesc Miralles relata en 'El secreto de Picasso' la "eclosión" pictórica del artista en una cueva de Cataluña

Europa Press Andalucía
Actualizado: martes, 29 marzo 2011 18:00

SEVILLA 29 Mar. (EUROPA PRESS) -

El escritor barcelonés Francesc Miralles relata en su último libro publicado por el sello Umbriel, 'El secreto de Picasso', el momento de "eclosión" pictórica del artista malagueño, que según Miralles tiene lugar en una cueva del municipio tarraconense de Horta de San Joan, adonde el pintor en 1898, cuando contaba con 17 años de edad, vivió durante una temporada de ocho meses invitado por un amigo oriundo de este lugar.

En una entrevista concedida a Europa Press, el autor de la obra ha señalado que el libro se basa en la historia ficticia de un periodista norteamericano, Leo Vidal, que rastrea la existencia de Pablo Ruiz Picasso en la mencionada localidad rural, la cual se encuentra al sur de Cataluña y cuenta con poco más de mil habitantes. Tras documentarse a través de estudios y de la memoria colectiva del pueblo, Miralles ha comprobado que existen "muchas incógnitas sobre lo que allí pasó".

De esta forma, la historia de ficción se complementa con la real, las vivencias del pintor. Así, este se va a vivir con su amigo y su familia animado por que se recuperaría de la enfermedad que padecía, la escarlatina, gracias a unos caldos que le prepararían y sanarían. No obstante, resulta llamativo el hecho de que más tarde ambos amigos se trasladasen a vivir a una cueva de "Horta del Ebro", como llamaba Picasso al pueblo por evitar el nombre de "San Joan".

Según ha manifestado el escritor catalán, los dos estuvieron varios meses habitando la cueva en mitad de la montaña viviendo a las maneras de los hombres de la antigüedad, después de cargar en una mula sus lienzos y trasladarlos hasta el lugar. Una vez allí, se enfrentan a dificultades a las que, al menos Picasso, un chico de ciudad, no está acostumbrado, y es que, a punto estuvo de morir ahogado en un río cercano. Todo esto en un momento histórico en el que España está perdiendo sus últimas colonias y al pueblo están llegando heridos de la guerra, algo a lo que ellos son ajenos.

Mientras tanto, Pablo Ruiz Picasso está descubriendo "la parte salvaje que le permite romper todos los moldes en el arte moderno". Es en esta cueva adonde "se ilumina de cuál va a ser su papel" en la pintura del momento. Tal fue el cambio artístico producido en él que cuando vuelve a Barcelona, donde se encontraba antes de trasladarse al pueblo tarraconense, no vuelve a la escuela de Bellas Artes, sino que se mezcla con la bohemia de la Ciudad Condal y después marcha a París para comenzar a exponer su arte.

No obstante, el año 1898 no fue el único que Picasso estuvo en Horta de San Joan, pues once años más tarde regresó junto a su novia, cuando ya era un pintor consagrado, y se dedicó a pintar poniendo a prueba el cubismo con el que había entrado en contacto en Francia y llevando al lienzo decenas de composiciones que mezclaban elementos del entorno montañero y de su propia pareja. Resultado de esto fueron pinturas como 'La fábrica de Horta', que refleja una fábrica con palmeras creando "mucho estupor" entre el público, pues "ni entonces ni ahora en el pueblo hay fábrica ni palmeras".

De otro lado, Miralles relaciona "simbólicamente" las vivencias que transcurren en este municipio con las que suceden en una isla que se encuentra a 40 kilómetros del mismo, la isla de Buda, donde actualmente tan solo viven dos personas, si bien, antiguamente habitaban en ella medio centenar de familias, tal y como ha recordado el escritor. Un sitio "fantasma" que contó en el siglo XIX con el faro "más alto del mundo", un elemento clave en la historia que, a finales de los 50, desapareció por estar ubicado en un suelo de arenas movedizas.

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