El CASYC exhibe cuatro ediciones de El Quijote que son "tesoros bibliográficos"

El Quijote Eterno
F. CAJA CANTABRIA
Actualizado: lunes, 6 julio 2015 19:28

La primera edición en facsimile, El Quijote de la Real Academia, un Quijote en miniatura y el Quijote de Doré

SANTANDER, 6 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Teatro CASYC de Santander acogerá desde este martes, 7 de julio, al próximo 18 de septiembre la exposición 'El Quijote eterno', compuesta por cuatro ediciones de la obra de Miguel de Cervantes con las que se conmemora el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de 'El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha'.

La muestra, de la Fundación Caja Cantabria, se inaugura el día 7 a las 12 horas, y con motivo de la apertura se regalarán 150 ejemplares de la obra.

A lo largo del verano se podrán ver estos "tesoros bibliográficos" pertenecientes a la colección de la entidad, seleccionados por Carlos Galán, Miembro de Honor de la Asociación Española de Críticos Literarios. Se trata de la primera edición en facsimile, El Quijote de la Real Academia, un Quijote en miniatura y el Quijote de Doré, informa el CASYC.

En cuanto a la primera edición en facsimile, Francisco López Fabra, geógrafo y militar catalán, presidente del Ateneo barcelonés y diputado, advirtió que la nueva técnica del facsímil tendría mucha utilidad en el mundo de la imprenta y participó en su desarrollo y aplicación en España. Junto con Juan Eugenio Hartzenbusch, director de la Biblioteca Nacional, fundaron la Asociación Propagadora de la primera edición del Quijote por medio de la Fotografía e Imprenta y consiguieron llevar a cabo uno de los proyectos más interesantes de la historia del libro español del siglo XIX: la edición facsímil, en dos tomos, de la primera parte (Juan de la Cuesta, 1605) y de la segunda parte (Juan de la Cuesta, 1615) de Don Quijote de la Mancha, cuya publicación se convirtió en "un acontecimiento bibliográfico y en un hito tipográfico". Se distribuyó por suscripción nominal y en total se imprimieron 1605 ejemplares para España (número coincidente con el año de publicación de la primera edición) y mil para las demás naciones.

El Quijote de la Real Academia es una auténtica "joya" bibliográfica editada en cuatro volúmenes. La Academia acordó en 1773 publicar una nueva edición del Quijote ilustrada, que fuera "la mejor" de las conocidas hasta la fecha. Tras la aprobación del proyecto por Carlos III, el taller elegido fue el de Joaquín Ibarra, se fabricó papel especial para la edición, que contó con los mejores ilustradores de la época.

Para las ilustraciones se formó una comisión que estudió y seleccionó aquellos pasajes que por su contenido eran más susceptibles para ilustrarse. En total se encargaron 33 láminas, en su mayor parte a Antonio Carnicero y José del Castillo, pero colaboraron también otros artistas de su misma generación, como Bernardo Barranco, José Brunete, Gregorio Ferro y Jerónimo Gil, a los que acompañaron los mejores grabadores de la época José Joaquín Fabregat, Francisco Montaner, Fernando Selma, Manuel Salvador Carmona, entre otros.

Las ediciones de la obra cervantina han sido muy variadas en lenguas y formas. Y una muy interesante es la realizada en miniatura en la conocida imprenta parisina de Julio Didot, en 1832. El impresor formaba parte de la familia Didot, que en los siglos XVIII y XIX trabajaron como libreros, impresores, grabadores, fundidores de tipos y fabricantes de papel.

Esta edición supuso un "alarde técnico" para la época pues nadie se había atrevido con un tipo de letra tan pequeño. Las láminas son obra del pintor español Carlos Luis Ribera, discípulo de P. Delaroche, y están grabadas por E. Stalker.

Finalmente, en 1875 se editó en Barcelona el Quijote con ilustraciones de Gustavo Doré, alguna de las cuales ya forman parte de la simbología quijotesca clásica. La atracción que el dibujante francés experimentó por España, y de manera particular la fascinación por la obra de Cervantes, le llevaron a realizar un intenso viaje por nuestro país durante 1862 buscando la inspiración necesaria ante el reto que suponía ilustrar uno de los libros más universales de la literatura. El resultado es una de las más bellas ediciones, referente ineludible de las posteriores, donde conjuga el realismo de los territorios quijotescos con la recreación de las ficciones elaboradas por la mente del caballero.