SANTANDER, 10 Ene. (EUROPA PRESS) -
Uno de los cabecillas de una banda que vendía cocaína en Torrelavega y Selaya ha achacado a los "celos" de su ex compañera sentimental la colaboración que esta inició con la Policía y que ha permitido la detención y el juicio de los cinco integrantes de la banda, él y ella incluidos.
Según ha declarado R.B. ante la Audiencia Provincial, en la época de los hechos, en el año 2007, él mantenía relaciones con "dos o tres" mujeres a la vez, lo que provocaba los celos de su pareja, C.O.F., con quien vivía y que antes de delatarle ante la Policía, amenazó con "buscarle la ruina" y "meterle en la cárcel".
Los cabecillas de la banda eran los hermanos R.B. y N.M., de nacionalidad rumana, que según el Ministerio Fiscal se encargaban de la compra de la droga, principalmente cocaína, y se la distribuían al resto del grupo, otros dos hombres también rumanos y la mujer, española y pareja en esas fechas de R.B.
En total, todos se enfrentan a una petición de penas por parte del Ministerio Fiscal que, en un principio --pendiente de la actualización al nuevo Código Penal--, ascienden a 13 años de prisión y multas por un importe de 6.850 euros, por varios delitos contra la salud pública y uno de falsedad documental, por la falsificación de un carné de conducir.
Las principales penas, seis años de prisión, se piden para los dos hermanos considerados los jefes del grupo, mientras que la menor es para la mujer, de la que el Ministerio Fiscal destaca su "colaboración eficaz" en la operación policial y para quien pide un año de prisión, con las atenuantes de colaboración y de su adicción a la cocaína en el momento de los hechos.
Frente a esto, las defensas piden la libre absolución y de hecho han solicitado la nulidad de las grabaciones que dieron origen a esta investigación, realizadas en el marco de otra operación distinta por explotación sexual en un club de alterne. La Sección Primera de la Audiencia de Cantabria ha rechazado esta pretensión.
"VEÍA MUCHAS COSAS"
La confidente, sentada en el banquillo junto a su ex pareja durante parte de la declaración ya que también está acusada, ha contado cómo en esa época veía y oía "muchas cosas" que le hicieron concluir que los dos hermanos tenían una "dedicación constante" al tráfico de cocaína, salvo los días que trabajaban como porteros en un local de Selaya.
C.O.F. comenzó a pasar información a la Policía Nacional, a quien entregó una libreta con anotaciones y les indicó un lugar cercano al cementerio donde los hermanos guardaban distintos efectos, como balanzas. Y aunque ha reconocido que nunca vio directamente una entrega de droga, sí que observó cómo se entregaban cantidades de dinero a los encargados de su distribución, además de oír a los hermanos "hablar".
Tras iniciar la colaboración con la Policía, ella también comenzó a dedicarse a la venta de droga, una actividad con la que continuó en ese momento porque "temía por su vida". Llegó un momento en que se sintió tan vigilada que la entrega de la libreta con las anotaciones la tuvo que hacer su madre. "Yo no podía ponerme en contacto porque tenía mucho miedo. Sigo sintiendo miedo hoy", ha expresado.
Un mensaje en el móvil la delató ante su pareja, que la amenazó de muerte, apuntándola con una pistola y le propinó una paliza.
La confidente ha precisado que hay detalles que no recuerda, en parte por su adicción a la cocaína en esas fechas.
SÓLO CONSUMÍAN
Todos los acusados de pertenecer a la trama --salvo la mujer, la única que ha confesado haber vendido droga-- han negado que vendieran cocaína, pero han admitido que eran consumidores habituales de esta sustancia, hasta el punto de que uno de los cabecillas está en la actualidad en tratamiento contra la adicción, pues llegó a consumir seis gramos cada día.
R.B. sí que ha afirmado que "puede ser" que hubiera "alguna vez" que entregó droga a cambio de dinero, pero ha negado que tuviera un "negocio" con su hermano.
Este, N.M. también ha rechazado que sus viajes a Logroño fueran para comprar droga que distribuir posteriormente en Cantabria. En las grabaciones telefónicas se le oye hablar de "carne", que, según ha querido aclarar en el juicio, era para comer. Ha habido otras grabaciones en las que N.M. ha dicho que no reconocía su voz, lo mismo que han sostenido los otros dos acusados,
En cuanto al carné de conducir falsificado, por el que R.B. se enfrenta a una pena de un año de prisión y 4.500 euros de multa por un delito de falsedad de documento oficial, ha explicado que se lo proporcionó la Policía rumana.