El autor de la escultura del Niño Pez lamenta el maltrato a su obra

Estatua De Neptuno Niño, Ya Retirada
SANTANDER
Actualizado: sábado, 21 abril 2012 13:25

El crítico Diego Bedia cree que Muriedas no goza del reconocimiento que se merece

SANTANDER, 21 Abr. (EUROPA PRESS) -

Ramón Muriedas, autor de la estatua del Niño Pez que hasta hace una semana se levantaba sobre la playa de El Camello, lamenta los daños que ha sufrido este monumento por los actos vandálicos, pero también advierte de que repararlo hubiera resultado más costoso que hacer uno nuevo, como él planteó al Ayuntamiento de Santander.

El Consistorio anunció en su momento que debía retirar este monumento, pues el autor no autorizó a que se reformara y pidió que se hiciera uno nuevo, algo que el Consistorio afirmó que suponía más coste económico que su reforma.

A la escultura le faltan los brazos y el tridente, tras sufrir destrozos vandálicos desde hace años, pero Ramón Muriedas afirma, en conversación con Europa Press, que la reforma hubiera tenido un mayor coste económico.

Y además el resultado tampoco habría sido el mismo en el plano estético, pues se hubieran percibido los injertos, ha añadido el artista, que prefería partir de un molde nuevo.

Muriedas, que recalca que no quiere entrar en polémicas sobre el asunto, asume la situación económica actual, y se muestra dispuesto a esperar a que una evolución positiva permita recuperar el emblemático monumento, ahora en los talleres municipales.

Con todo, el escultor critica los daños vandálicos que ha sufrido este monumento, pero también otros de la ciudad, entre los que cita, por ejemplo, la estatua de Concha Espina en los Jardines de Pereda.

DE VILLACARRIEDO A NUEVA YORK

Ramón Muriedas nació en Villacarriedo en 1938. En su formación, recibió clases de Víctor Odriozola y Benjamín Mustieles, además de realizar viajes de estudios por diversos países de Europa y África.

A finales de los 50, inició su actividad expositiva, con hitos como su presencia en el Pabellón de España en la Feria Internacional de Nueva York, la Exposición Internacional de las Artes en Europa (Bruselas), o la Bienal de Arte (Zaragoza).

Fue en los años 70 cuando se consolidó como artista de referencia en el ámbito escultórico, exponiendo en eventos tan prestigiosos como la III Exposición Internacional de Escultores Europeos en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, la Bienal Internacional de Arte de Alejandría (donde llegó a ganar la medalla para España), junto a exposiciones en París.

Ya en los años 80, participó en exposiciones en la Biblioteca Nacional de Madrid, en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, la Casa Velázquez, o Houston (Estados Unidos).

Su obra se encuentra dispersa en instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo Provincial de Elsedo (Cantabria), el Museo de Arte Contemporáneo (Murcia), el Museo de Arte Contemporáneo de Rio de Janeiro, el Museo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Madrid, o los museos de Arte Contemporáneo de Granada y Barcelona.

EL "POSO" DE LA NIÑEZ

Pese a su trayectoria, la figura de Ramón Muriedas es una gran desconocida, tal y como sostiene el crítico de arte Diego Bedia, uno de los mayores conocedores de su obra, y que comisarió la que hasta la fecha ha sido su última exposición, en 2009 en el Observatorio del Arte de Arnuero.

Bedia lamenta que la obra de este escultor no cuente en la ciudad ni en la comunidad con el reconocimiento que se merece por su calidad artística.

El crítico describe una obra marcada por una "aparente facilidad, buena presencia, limitación numérica y cuidada edición", aunque, apunta, en realidad son objetos con una "serpiente escondida".

De modo que aunque presenten situaciones "amables y nada comprometidas", hasta el punto de que puedan parecen "la más perfecta transmutación de las escenas de compañía inglesas", detrás hay "mucho más", un "latigazo" de "mordiente realidad" que "eleva el punto de apreciación" de sus estatuas.

Sus esculturas presentan como constante una "inocencia infantil", pero "un tanto mordida", por "locos pensamientos no muy bien aprendidos ni conocidos por los sujetos representados", con una "sobrecarga sentimental".

Sus piezas, en las que se relata el paso de niño a hombre, aunque con un "poso" de la primera etapa, también reflejan "soledad" e "incomunicación", incluso cuando representan a varias personas, momento en que pese a que haya "figuras en compañía", estas se erigen con "soledades incapaces".

EL NIÑO PEZ

Con motivo de la conmemoración del Año Internacional del Niño, en 1979, se colocó en lo alto del promontorio rocoso que emerge en la ensenada del Camello una figura de un adolescente con un enorme tridente en la mano que quiere representar la figura de un dios Neptuno juvenil.

La escultura esta hecha en bronce, y carecía de los dos brazos y el tridente.

El Ayuntamiento la incluyó dentro del proyecto adjudicado a la Fundación Santa María La Real para la rehabilitación de monumentos de la ciudad, que incluía los de la Asunción de la Virgen, en la plaza de Atarazanas; el grupo dedicado a la Augusto González Linares, en la Avenida de Reina Victoria; el reloj solar y la bola del mundo de los jardines de Piquío; el monumento a la Libertad de Expresión, en la península de la Magdalena; el mapa en relieve de Cantabria, en la plaza de las Brisas; la fuente a la Marquesa de Pelayo en Avenida de Reina Victoria; la escultura sedente de Menéndez Pelayo en Biblioteca Menéndez Pelayo; y el tiburón, en la Península de la Magdalena.