Los forenses destacan el repetido consumo de cocaína y hachís de la niña a la que sus padres daban droga

Actualizado: martes, 17 marzo 2009 16:58

La madre lo achaca a que tomaba drogas durante el período de lactancia, que duró un año

SANTANDER, 17 Mar. (EUROPA PRESS) -

La niña de 17 meses cuyos padres están acusados de suministrarle droga presentaba indicios de un consumo repetido de cocaína y hachís, según han determinado hoy en el juicio que se sigue contra ellos distintos forenses que realizaron análisis toxicológicos.

La presencia de estas sustancias, localizada a partir del análisis del cabello, fue achacada por los padres al hecho de que la madre consumía de forma esporádica durante el período de lactancia, que se prolongó hasta que cumplió un año. La madre también lo explicó como consecuencia de que en ocasiones, para limpiar el chupete de la menor, lo hacía metiéndoselo ella en la boca.

Sin embargo, los forenses han descartado estas versiones. Si bien han precisado que los análisis encargados no permiten determinar la forma en que se suministró esta droga, sí ha quedado claro que las sustancias llegaron a metabolizar.

En julio de 2006, los padres y su hija acudieron al camping La Arena, en Arnuero. De madrugada, mientras sus padres dormían después de haber bebido y sin percatarse de nada, la niña salió de la tienda de campaña en que estaban los tres, descalza y llorando. Fue la Guardia Civil, a instancias de otros campistas, la que logró despertar a sus progenitores.

Estos hechos dieron lugar a los análisis toxicológicos del bebé, que fueron cinco meses después de que la madre dejara de darle el pecho. Una de las forenses ha considerado que un plazo de seis meses sería "mucho tiempo" para que los efectos de la transmisión por vía materna continuaran.

Además, indicaron que para que se transmitiera por el chupete, como apuntó también la madre, el consumo tenía que ser "reciente y muchas veces", y en cuanto al hachís, la transmisión se haría como los fumadores pasivos, teniendo que estar la niña en un ambiente en que se fumara esta sustancia.

Tanto el padre como la madre han admitido ser consumidores esporádicos, pero han insistido en distintas ocasiones en que "nunca" lo hicieron delante de su hija, que no pudo tener acceso "en ningún momento" a la droga, ya que no la había en el domicilio, y que tampoco se la pudo suministrar otra persona que la cuidara.

El juicio se ha celebrado hoy en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. El padre y la madre, que en la actualidad ya no son pareja sentimental, se enfrentan cada una a una petición de penas por parte del Ministerio Fiscal de diez años de prisión y multa de 300 euros por un delito contra la salud pública --por suministrar o facilitar sustancias a menores-- y otros dos años y tres meses de cárcel por abandono de menores, además de a su inhabilitación para ejercer la patria potestad durante seis años.

Las defensas --que ejercen cada uno de ellos por separado-- en cambio reclaman su libre absolución al entender que pudieron cometer una negligencia, pero que para que sea un delito de abandono, tiene que hacerse de forma consciente.

Ambos son de Aranda de Duero (Burgos). En la actualidad, él vive con su madre, que es quien tiene la custodia de la menor. Su ex compañera sentimental, por su parte, reside con una familiar, está en tratamiento psiquiátrico por depresión y sólo ve a su hija dos horas a la semana en un punto de encuentro, lo que para la defensa ya es "bastante daño".

ESTABAN "K.O. TOTAL"

Los hechos que han dado lugar a la celebración del juicio sucedieron en julio del año 2006. Según declararon los acusados, salieron de Aranda del Duero el viernes por la noche, y, para aguantar el viaje sin dormir, el padre ya consumió dos 'tiros' de hachís.

Ya el sábado, sin haber dormido, optaron por un camping en la zona de Isla. Unos campistas que se encontraban enfrente --que en la madrugada se harían cargo de la niña al verla sola-- relataron que ya entonces no les dieron "buena espina", y que durante el día apreciaron que no estaban "en condiciones normales", estando "alterados, con mogollón de alcohol".

Estos testigos aseguran que les escucharon decir que por la noche se "iban a poner de no se qué", si bien fue algo que no vieron.

Por la noche, la pareja fue a cenar al restaurante del camping, en una cena durante la cual bebieron alcohol. Otro pareja que ha testificado, presentes en el local, declaró que la niña estaba descalza, "no paraba de llorar" y que vieron como la pegaba, hasta el punto de que decidieron cambiarse de mesa ante el "jaleo" que estaban montando.

El padre de la niña contó que se marchó con ella del restaurante sin terminar de cenar, y se fue a dormir, no haciéndolo hasta que el bebé estuvo dormido. Posteriormente, se incorporó la madre, y ambos se tumbaron de forma que la niña tenía que sortearles para salir de la tienda de campaña.

Ya entrada la noche, los campistas de enfrente vieron a la niña que salía y entraba de la tienda, que estaba abierta, y al cabo de una media hora, al ver que estaba descalza y llorando deambulando por el entorno, se hicieron cargo de ella.

Entonces, le dieron un biberón y la pusieron a dormir con una manta, al ver que tenía frío, y avisaron al responsable de seguridad del camping, que a su vez llamó a la Guardia Civil, que alertó del riesgo de una hipotermia. Los agentes que acudieron explicaron que la tienda de campaña estaba abierta, y que vieron a la madre con la cabeza fuera de ella, dormida sobre su propio vómito. En el pelo de la niña aparecieron restos de droga.

Según describieron, el padre y la madre se encontraban "K.O. total". Fue necesario despertar al hombre con gritos, siendo el primero en despertar, pero "no coordinaba bien" y no fue hasta un rato después cuando preguntó por su hija. En cuanto a la madre, "no coordinaba nada" y no preguntó por el bebé. La tienda de campaña olía a alcohol.

DEFENSA

En cuanto a los testimonios de la defensa, el futuro cuñado de él, describe como "muy buena" la relación entre el padre y la niña que, según el padre, "echa de menos" a su madre, hasta el punto de que cuando se ven en el punto de encuentro, y es el momento de la despedida entre ambas, la menor la pregunta por qué no pueden estar juntas o si está enfadada con ella.

Esto, para la defensa de la madre, ya es bastante daño, atendiendo a que "por el hecho de emborracharse" le han quitado la custodia de su hija. Esta parte cuestiona a los testigos, en los que ve unos "prejuicios" previos a los hechos que luego transmitieron a la Guardia Civil. Sostiene que para ser un delito de abandono debe ser algo consciente, que en este caso no se produjo, y que la droga llegó al bebé a través de la lactancia.