SANTANDER 10 May. (EUROPA PRESS) -
El escritor zaragozano Ignacio Martínez de Pisón ha destacado que la realidad es "una despensa" para los escritores y les proporciona historias "apasionantes" para redactar novelas.
Así lo ha señalado este martes en una rueda de prensa previa a la presentación de su última novela, 'El día de mañana', en la Tribuna Literaria de la Obra Social Caja Cantabria.
Esta obra cuenta la historia de un inmigrante, que reside en Barcelona en los años 60-70, que se convierte en "confidente" de la Brigada Social, la policía política del régimen franquista.
Martínez de Pisón ha indicado que este órgano policial hizo que el franquismo, en alguna medida, "profesionalizase la figura del chivato", ya que estos "delatores" no pertenecían al cuerpo policial, pero trabajaban "alrededor" del mismo.
La relación de la Brigada con sus confidentes se establecía a través de un miembro concreto del cuerpo policial, quien entablaba una "relación de amistad", aunque después estos "delatores" cobraban un sueldo, que solía rondar las 4.000 pesetas, ha indicado Martínez de Pisón.
El autor, a la hora de documentarse, no ha conseguido encontrar a "ningún confidente", pero ha hablado con "antiguos miembros" de la Brigada Social, un órgano de policía que actuaba de forma "chapucera" y que se centraba en "encontrar chivatos que informarán sobre los enemigos del régimen y sus actividades".
Además, esta obra literaria relata la vida en España tras la muerte del dictador Francisco Franco, "una época nueva para todos los españoles, una época de esperanza", ha destacado el autor, pero también de "violencia", ya que "más de 600 personas" perdieron la vida a manos "una violencia política extrema".
Martínez de Pisón ha trabajado durante tres años en esta novela, tiempo que ha invertido "sobre todo" en documentarse sobre al realidad de esta época, en la que se sitúa el personaje de Justo Gil, un hombre "opaco y oscuro", además de "ambicioso", que acaba siendo "el delator" de la policía franquista.
Según el autor, "es difícil encontrar una figura que represente mejor la dictadura", ya que Justo Gil es quien delata a familiares y amigos, a quienes "condena a ser víctimas de la dictadura".
Además, a través de esta trama, el autor muestra al lector "el fresco social" que era la ciudad de Barcelona en aquella época. Una sociedad barcelonesa que es descrita por doce narradores que, con sus propias historias, hacen de hilo conductor para contar la historia de Gil.
Las doce personas que relatan la historia son una "invención" del autor, aunque tienen "inspiración en personas reales" por lo que trasmiten "sensación" de realidad, lo que aporta a esta novela "algo de crónica", ya que permite al lector conocer aquellos años en los que "se estaba formando la España en la que vivimos ahora, el futuro".