SANTANDER, 17 May. (EUROPA PRESS) -
La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado a ocho años y ocho meses de cárcel a Manuel A. N., de 69 años de edad, por un delito de abuso sexual continuado a un niño de 9 años de edad, al que violó reiteradamente a cambio de dinero, y por otro delito de abuso sexual en grado de tentativa con otro menor.
Además, la Sala prohíbe al condenado a volver al municipio de Santander durante cinco años, así como a comunicarse con los menores durante cinco años, a quienes deberá de indemnizar con 12.000 y 1.200 euros, respectivamente.
La sentencia recoge en los Hechos Probados que el procesado, "entre los meses de febrero y principios de julio de 2003", invitó en "repetidas ocasiones" al menor, al que llevaba a su domicilio, en la calle Universidad, en Santander, y al garaje, en la calle Fernando de los Ríos, donde, "aprovechándose de la inmadurez" del niño le mandaba que le masturbara "en varias ocasiones", así como dejarse penetrar de forma anal "al menos en otras tres ocasiones".
A cambio de estas prácticas, el anciano, que conocía al menor del barrio, le entregaba "algunas monedas" y "le insistía en que no dijera nada a su madre".
La Sala explica que en una de las ocasiones, invitó a otra vivienda que tenía en la avenida de Los Infantes al menor y a un amigo de éste, ante los cuales "se bajó los pantalones y pidió a los dos que le masturbaran", a lo que el chico nuevo se negó, accediendo el otro una vez más a sus requerimientos.
A consecuencia de los abusos, el menor "sufrió una fisura anal y presentó trastornos de comportamientos consistentes en irritabilidad, pérdida de control de esfínteres y del apetito, miedo y alteraciones del sueño, que fueron desapareciendo tras ser sometido a tratamiento psicológico".
En la argumentación del fallo, los magistrados explican que el relato del niño, que tenía 9 años de edad, es "verosímil", careciendo "las alegaciones de la Defensa sobre la supuesta incapacidad sexual del acusado" de "toda base probatoria".
Además, la Sala recuerda que los forenses certificaron que la lesión del niño era "compatible" con "una penetración anal", además del cambio de conducta que el menor experimentó en la casa cuando ocurrieron los hechos, de su estado "nervioso", negándose incluso a que su propia madre le bañase, como hacía hasta entonces.