Los peritos avalan como "creíbles" los presuntos abusos sexuales de un tío a su sobrino durante años

El procesado niega la acusación y el menor ratifica las violaciones por videoconferencia

Europa Press Cantabria
Actualizado: martes, 17 octubre 2006 18:42

SANTANDER, 17 Oct. (EUROPA PRESS) -

Las tres peritos psicólogas que trataron al menor que acusa a su tío de abusos sexuales desde el año 2000 hasta el 2002 avalan como "creíbles" sus denuncias, ratificando por unanimidad poseer "informes concluyentes de la veracidad en el testimonio" de la víctima.

Así lo destacaron las peritos durante el juicio que se celebró esta mañana contra Ricardo G.I., acusado por la Fiscalía y la Acusación particular de un delito de abuso sexual continuado, para quien elevaron a definitiva la petición de nueve años de prisión y una indemnización comprendida entre los 12.000 y los 30.000 euros.

El menor declaró por videoconferencia y a puerta cerrada para preservar su intimidad, si bien fuentes presenciales indicaron que el niño, que tenía 8 y 10 años cuando presuntamente sufrió los abusos, ratificó por completo las acusaciones de que fue sometido a "tocamientos", "felaciones" y "violaciones" por su tío en las temporadas que pasó de vacaciones escolares en casa del acusado, en Santander, ya que el pequeño residía habitualmente en Londres con su madre.

Por su parte, el acusado, casado y de 50 años de edad, negó rotundamente los hechos que le atribuye su sobrino-nieto, asegurando que no le forzó "a desnudarse", ni apenas pasaba tiempo a solas con él, porque durante las vacaciones iban a su casa más familiares que residían fuera.

"No comprendo la denuncia", declaró el procesado, destacando "el shock" que se llevó cuando en diciembre de 2003 recibió la denuncia de la Policía de Londres, pues fue allí donde el niño denunció los hechos, asegurando que a quien el menor tenía "pánico" era al nuevo compañero sentimental de su madre .

La madre del niño, que declaró por videoconferencia por residir en Londres, expuso que ella misma era quien alentaba a su hijo a acudir todas las vacaciones a la casa del acusado, ya que el marido de éste era su tía carnal, alguien que para ella significaba "su segunda madre", y en quien "confiaba".

Fue a finales del año 2003 cuando la madre presenció "un ataque de nervios" de su hijo, quien por entonces tenía 10 años. Cuando le llevó al doctor, el menor le expuso a éste los abusos sexuales que sufría por parte de su tío en la casa de Santander cuando estaban "a solas".

La madre, muy afectada, aseguró al Tribunal que aunque al principio "parte" de su familia la "creaban dudas" respecto a la veracidad de los hechos, "por supuesto" que le creyó, atando entonces cabos "del cambio" que, dijo, vio sufrir al niño, como que "no quería comer", sin llegar a sospechar "jamás en algo así".

En las conclusiones finales, las dos acusaciones declararon no tener dudas en el testimonio del niño, porque todas sus declaraciones fueron "reiteradamente convincentes".

Además, aludieron a la declaración, también por videoconferencia, de una policía de Scotland Yard, que interrogó al menor, quien escribió en una hoja los presuntos abusos a que fue sometido, testimonio que sirvió "de base" en la investigación.

PROCESO DE DEMONIZACIÓN

Por su parte, la defensa aseguró que en todo el juicio no se ha presentado "una sola prueba de cargo" contra su cliente, quien está siendo objeto de "un proceso de demonización", asegurando que al tribunal sólo le queda la opción de creer la versión del menor o la del acusado.

Además, el letrado defensor puso en tela de juicio las pruebas periciales porque las psicólogas trataron al niño en "una sola sesión", en unos informes que "tienen mucho de opinión y poco de científico".

Igualmente, puso en entredicho cómo ningún familiar que vivía con el procesado "no notó nada" extraño, y porqué el menor quería ir a su casa de Santander, cuando podía veranear en otras dos viviendas de otros familiares.

"Existen cantidad de dudas", aseguró el defensor, invocando el principio de "presunción de inocencia" para que se declare la libre absolución del acusado, quien, con el tono imperturbable que tuvo en las cinco horas que duró el juicio, no quiso hacer uso del derecho a la última palabra.

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