VALDEPEÑAS 18 Ene. (EUROPA PRESS) -
La Policía Nacional ha registrado en Valdepeñas dos llamadas comunicando falsos secuestros virtuales, una modalidad de estafa telefónica en la que se busca generar una situación de bloqueo y angustia en el interlocutor, haciéndole creer que un familiar cercano ha sido raptado y que será torturado si no paga de forma inmediata un rescate.
Estos intentos de fraude siguen el mismo patrón que los detectados hace más de un año, cuando la Policía Nacional localizó a los miembros de esta trama en Santiago de Chile, en una operación realizada en colaboración con las autoridades chilenas, ha informado la Delegación del Gobierno en nota de prensa.
Los supuestos secuestradores realizan llamadas generalmente por la tarde desde teléfonos ocultos o con el prefijo 0056 intentando desde el primer momento intimidar a la víctima para que, ante su situación de nerviosismo, les facilite más información sobre el supuesto familiar secuestrado y hacer incluso más creíble la situación.
El objetivo es que, ante frases como 'mamá, estoy secuestrado' o 'me quieren matar', la víctima no pueda colgar para comprobar la veracidad de los hechos y pague el rescate, que oscila entre los 10.000 y 20.000 euros.
Para darle más credibilidad a la amenazas, los delincuentes, con marcado acento sudamericano, además de identificarse como miembros de bandas criminales, llegan incluso a imitar la voz de los presuntos familiares secuestrados, imitaciones que duran apenas segundos para evitar que la víctimas, inmersas en un gran nerviosismo por las amenazas recibidas, descubran el engaño.
También recurren a efectos sonoros que despierten terror en los interlocutores y les atenace. De esta forma conducen a sus víctimas a un bloqueo que les impide comprobar la veracidad de la amenaza y la localización de los supuestos rehenes, a no realizar preguntas para las que los secuestradores no tienen respuestas, a no avisar a la Policía y a pagar cuanto antes.
Los autores de este tipo de estafas prolongan la llamada durante bastante tiempo con dos objetivos. Por un lado evitar que la víctima pueda corroborar la veracidad de la información y por otro conseguir que realice un pago rápido, que pudiera solicitarse por ejemplo a través de un locutorio.