SANTA MARTA DE TORMES (SALAMANCA), 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
La localidad salmantina de Santa Marta de Tormes continúa aún consternada ante el trágico suceso registrado ayer cuando un niño de 5 años falleció de forma accidental en el ascensor del inmueble en el que residía, al introducirse la cuerda de una comba por la puerta del montacargas y asfixiarle.
El menor será enterrado mañana tras el sepelio que será oficiado a partir de las 13.00 horas en la iglesia del pueblo, tal y como explicó a Europa Press el alcalde, Javier Cascante, quien hizo de portavoz del dolor de todos los vecinos de la localidad, de unos 20.000 habitantes y situada a menos de un kilómetro de la capital.
Cascante incidió en que lo ocurrido ha provocado un hondo pesar en Santa Marta, si bien advirtió de que no se han decretado días de luto oficial porque, tal y como justificó, se trata de una medida adecuada para sucesos de mayor calado, en referencia, por ejemplo, a lo ocurrido recientemente en Sant Boi, donde perdieron la vida cuatro niños tras caerles encima la estructura de un polideportivo.
"Nos hemos puesto en contacto con los padres, que tienen otro hijo de 10 años, para ponernos a su disposición y prestarles todo nuestro apoyo, incluso psicológico si fuera necesario", explicó el primer edil de Santa Marta.
Los hechos se produjeron sobre las 19.35 horas de ayer cuando el Servicio de Emergencias de Castilla y León 112 recibió aviso de que un niño se encontraba inconsciente al lado del ascensor, en el número 43 de la carretera de Naharros de la referida villa.
Las primeras hipótesis apuntan que la comba que portaba y con la que estaba jugando quedó enganchada al cerrarse las puertas del ascensor y al descender éste desde el tercer piso hacia las plantas bajas atrapó al menor por el cuello, provocándole la muerte por asfixia. "El padre, en su dolor, decía que debía de llevar algo con lo que había estado jugando minutos antes en la calle", declaró el alcalde.
Pese a la rápida asistencia de los facultativos de Sacyl, éstos tan sólo pudieron certificar el fallecimiento del niño, después de someterle a prácticas de reanimación que se prolongaron por espacio de más de una hora en el pasillo del edificio.
