La escritora Marta Sanz desvela los entresijos de su escalera en 'Black, black, black'

Europa Press Catalunya
Actualizado: jueves, 11 marzo 2010 15:09

BARCELONA 11 Mar. (EUROPA PRESS) -

La escritora Marta Sanz ubica un asesinato y sus pesquisas, a manos del detective Arturo Zarco, cuarentón y gay, en una comunidad de vecinos madrileña "hiperrealista", que se parece a la suya hasta el punto de que la foto de portada es la de su escalera y el personaje que es ingeniero de minas existe, y vive en el segundo, reveló hoy en rueda de prensa Sanz, quien apostilló: "Espero que no sean muy lectores en mi escalera".

El libro recibió una mención especial en el XXVII Premio Herralde de Novela por 'Black, black, black', de modo que se acaba de editar en Anagrama. En cada una de las tres partes del libro cambia el narrador, y los diferentes enfoques ayudan a investigar el crimen: el segundo supone un intermedio en el que Luz, una de las vecinas de la asesinada, relata en un diario su enfermedad.

En este libro "hay un amor-odio con la novela negra", ya que le gusta --y homenajea-- la novela negra de crítica social como la que hacían Manuel Vázquez Montalbán y Francisco González Ledesma, y odia el género por tratar a los lectores como a clientes: "Hay que dialogar con ellos mediante el libro, que se hagan preguntas y no sólo se sientan encantados de estar seducidos", comentó.

La novela habla de la "violencia que se ejerce a través de la seducción", y de cómo la violencia del sistema se refleja en la vida cotidiana de las personas, explicó la autora, para quien la trilogía Millenium de Stieg Larsson es "como lo del traje nuevo del emperador, que nadie se atreve a decir que va desnudo". Ella lo argumentó en un periódico con el que colabora y recibió una voraz reacción de los fans, con lo que decidió no meter más "el dedo en esa llaga porque no compensa".

El racismo también es un tema que aflora en 'Black, black, black', pero los que lo ejercen más tarde se presentan como personas de carne y hueso, humanizadas, porque todo es relativo. En todo caso, Sanz tiene claro que el problema es la "incapacidad de ser sensibles a lo diverso y humanizar al colectivo diferente".

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