BARCELONA 11 Dic. (EUROPA PRESS) -
El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol (CiU) ha cargado este martes contra el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y le ha espetado que "debe de ser cierto que tiene sangre de todo y que le gusta provocar, pero provocar no es propio de un buen político y de un político que busque el interés general".
En declaraciones a los medios tras un debate del Centre d'Estudis Jordi Pujol con él y el economista Santiago Niño Becerra, ha replicado así al ministro, que se definió como un "toro bravo" que se crece con el castigo, ante las críticas a su borrador de reforma educativa.
También ha criticado que el Gobierno les reproche reclamar más autogobierno y recursos en plena crisis y que ahora, "cuando el paro sube y el Gobierno no sabe como salir del atolladero, ponen un problema más encima de la mesa para dificultar la convivencia" en Catalunya.
"Son ganas de provocar", ha lamentado Pujol, quien ha evitado hacer referencia a la cumbre que el presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, y los partidos a favor de la inmersión harán este miércoles en la Generalitat.
Según el expresidente, el Estado debe darse cuenta de que existe una "cuestión catalana" que se ha tratado con ligereza y agresividad los últimos tiempos, y de que no solo es política, económica, de financiación, de autogobierno y de encaje, sino también identitaria.
"El núcleo duro del catalanismo es identitario, y la lengua es un elemento clave. Y a veces da la sensación de que España considera que, como es clave, lo que debe hacer es destruir la lengua y arrinconarla", ha sostenido.
Tras recordar que el Tribunal Constitucional (TC) avaló la ley de inmersión en 1994, ha defendido el derecho de un territorio a defender su lengua, y ha argumentado que la inmersión es necesaria porque el catalán aún vive en condiciones "de inferioridad técnica y de presión general" más difíciles de las que goza el castellano.
Por ello, según PujoL, cuestionar ahora la inmersión merece una respuesta desde Catalunya porque, en su opinión, su aplicación durante 30 años no ha alterado la convivencia: "No hay problema lingüístico en la calle, en la familia, en la escuela ni en la universidad. Quien dice lo contrario miente".