ISABEL PANTOJA/EUROPAPRESS
MADRID, 18 Feb. (CHANCE) -
Isabel Pantoja se encuentra saboreando las mieles del éxito tras su vuelta a los escenarios por la puerta grande en Madrid. La conocida cantante abandonó su reclusión domiciliaria, dos días antes de su concierto en Barcelona, para ultimar los detalles de su vestuario en el taller del diseñador Eduardo Ladrón de Guevara.
Acompañada por una de sus incondicionales, abandonaba su domicilio a media mañana y comentaba con una amplia sonrisa, reflejo del dulce momento que vive "no me vais a ver en Madrid porque me voy de gira". Sin embargo evitó pronunciarse sobre la supuesta boda de su hija con Alejandro Albalá, del que se separó hace algunas semanas.
Visitó el taller del diseñador Eduardo Ladrón de Guevara para ultimar los detalles de algunos de los diseños que lucirá en el resto de su gira musical. El prestigioso modisto, que lleva más de treinta años instalado en Madrid dedicado a la alta costura, ha creado más de cuarenta vestidos.
Los diseños van desde la combinación del blanco y negro, turquesa y marrón a los colores fuertes, como el rojo o el ciclamen que tan bien le sientan a la artista.
También hay varias batas de cola que nada tienen ver con lo que ha lucido hasta ahora la tonadillera y muy alejado del diseño clásico del traje flamenco. Uno de ellos, el rojo, está confeccionado en tela plisada formando abanicos. Otro, el negro, pedrería en la parte posterior del vestido y un capote de lunares en homenaje a Paquirri. Para finalizar la jornada, Isabel Pantoja y su amiga disfrutaron de una tranquila comida en uno de sus restaurantes predilectos de la capital.
"Sigo estando aquí". Estas fueron las primeras palabras con las que Isabel Pantoja (60 años) se dirigió a las 10.200 personas entregadas que materializaron un lleno completo en el Winzink Center, antiguo Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.
No fallaron sus hijos, que estuvieron con su madre antes y después del show en uno de los cuatro camerinos habilitados para la ocasión. Minutos antes de comenzar se sentaron todos en la primera fila. Kiko, que venía acompañado de su mujer, Irene Rosales, estaba sentado al lado de su abuela, doña Ana, y de sus tíos. Y Chabelita con unas amigas. Agustín, hermano y mano derecha de la cantante, prefirió ver el concierto desde bambalinas.
Definitivamente Isabel ha vuelto con fuerza a los escenarios y ha demostrado que, a pesar de sus asuntos personales y las faltas que ha cometido, encima de un escenario es una de las más grandes. La tonadillera ha sido indultada por sus fans y ha resurgido de sus cenizas cual Ave Fénix. Sus próximas citas serán Chile, para asistir al Festival de Viña del Mar; Barcelona y Sevilla.