MADRID 2 Mar. (Por Diego García) -
En pleno corazón de la Sierra Norte sevillana, entre suaves colinas y lomas, se sitúa esta antigua ciudad, famosa por la belleza de su entorno natural y monumental y por sus aguardientes y anises.
Los primeros asentamientos en esta zona parecen datar del Neolítico y del Calcolítico. Diversos yacimientos descubiertos, principalmente en las cuevas de Santiago y en los valles fluviales del Viar, el Benalija y el Huéznar, nos han dejado huellas del pasado más remoto de esta localidad. Así, se han encontrado desde megalitos a material cerámico, lítico y óseo.
Entre los primeros pueblos pre-romanos que controlaron el lugar se encuentran, según algunos estudiosos, los celtíberos, aunque no existen yacimientos arqueológicos que puedan aclarar esta cuestión.
Sin embargo, la presencia romana sí está demostrada: al parecer, desde el siglo II a.C. una población de origen latino se asentó en la zona, aprovechando su potencial minero y su cercanía a la Vía de la Plata. Por ello, se cree que una de las derivaciones de ésta pasaba por Cazalla y seguía por El Pedroso hasta Carmona para enlazar con la Vía Augusta.
Hacia los siglos IV y V de nuestra era, la población ya tenía cierta entidad, como demuestran algunos restos visigóticos conservados en el Museo Arqueológico Provincial: un par de vasijas de barro y otro de lápidas cinerarias de dos niños.
Pero la localidad que hoy conocemos no llega a perfilarse hasta la etapa de dominación islámica. De hecho, su nombre actual procede de esta época: la arabización del término latino "Castella" dio lugar a "Castalla", de donde proviene Cazalla.
El núcleo poblacional se asentó en torno a una fortaleza almohade y desarrolló la agricultura de cereales y la explotación de minas de hierro y plata y canteras de mármol blanco.
En 1247 Cazalla se incorpora sin luchas ni resistencia, al reino de Castilla-León, quedando ligada al Concejo de Sevilla como concejo semiautónomo. Poco a poco empieza a crecer la villa más allá de las murallas.
Durante el siglo XV, la localidad es testigo de las luchas políticas que se produjeron entre el duque de Medina Sidonia y el conde de Arcos en la guerra por la sucesión al trono.
El XVI es el siglo en el que la villa experimenta un mayor desarrollo tanto demográfico, debido a la inmigración de moriscos de Granada, como económico, gracias a su producción vitivinícola, y artístico.
Por el contrario, el XVII se cierra con un balance negativo: de los 7.000 habitantes que contaba Cazalla pasa a unos 3.500 por efectos de la peste bubónica. No obstante, en esta centuria se inicia una industria de vital importancia en el siglo XX: la del aguardiente.
A lo largo de las siguientes centurias se produce una crisis en el sector del vino, modificándose la estructura agrícola del lugar a favor del olivar y la dehesa.
En este último siglo la ciudad llega a su cota poblacional más alta de su historia, con 11,347 habitantes en 1950; pero a partir de ahí comienzan las emigraciones masivas hacia capitales españoles y europeas.
En la actualidad, es partido judicial de la comarca y mantiene su industria anisera como una de sus señas de identidad.