MADRID, 11 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las rutas de las nubes tormentosas se están moviendo hacia los polos mientras las zonas secas subtropicales se están expandiendo, según la Institución Scripps de Oceanografía en la UC San Diego
El estudio realizado sobre el análisis de imágenes de satélite, y publicado en Nature, revela además que las cimas de las nubes están creciendo hacia capas superiores de la atmósfera.
"Lo que este trabajo pone sobre la mesa es la primera demostración creible de los cambios en las nubes que esperamos de los modelos climáticos y las teorías que actualmente se manejan", declaró Joel Norris, investigador del clima en Scripps.
Dadas sus funciones simultáneas en el enfriamiento y calentamiento del planeta, el reflejo de la radiación solar al espacio, y la acumulación de energía solar en sus estructuras, las nubes están entre las variables más importantes del clima.
Su comportamiento complejo ha sido una de las mayores áreas de incertidumbre para los científicos que intentan comprender la situación actual y predecir las tendencias futuras del clima.
Los investigadores constataron patrones a gran escala de cambios en las nuves entre la década de los 80 del siglo XX y la primera del siglo XXI, que son consistentes con las predicciones del modelo climático para ese período de tiempo, incluyendo variaciones hacia los polos de las pistas de tormentas de latitudes medias de tormenta, la expansión de las zonas secas subtropicales y altura de las cimas de las nubes más altas. Estos cambios en las nubes mejoran la absorción de la radiación solar por la tierra y reducen la emisión de radiación térmica al espacio. Esto agrava el calentamiento global causado por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que la conducta de las nubes que se observa es consistente con un aumento de las concentraciones de gas de efecto invernadero causado por el hombre, y de un recubrimiento en todo el planeta a partir de dos grandes erupciones volcánicas, la erupción de 1982 de El Chichón en México y la erupción de 1991 del Monte Pinatubo en las Filipinas. Los aerosoles de aquellas erupciones tuvieron un efecto neto de enfriamiento en el planeta durante varios años.
