MADRID 10 Abr. (EUROPA PRESS) -
Desde que Julio Llamazares publicó su última novela, 'El cielo de Madrid', han pasado ya ocho años, un tiempo que para muchos escritores puede suponer el miedo al olvido y que, sin embargo, para este escritor es el margen idóneo para dar forma a sus ideas, tal y como lo ha hecho en el relato que ahora presenta, 'Las lágrimas de San Lorenzo' (Alfaguara).
"La escritura tiene que ver con la lentitud, con la búsqueda de la palabra adecuada y con la máxima expresión del lenguaje", ha manifestado este miércoles en declaraciones a Europa Press. En su caso, añade que las prisas siempre son prescindibles, ya que no escribe "para entretener a la gente", sino para "ser feliz".
En esta ocasión, el autor de obras como 'Luna de lobos'y 'La lluvia amarilla' sumerge al lector en una metáfora sobre el paso del tiempo y sobre los paraísos e infiernos pérdidos a través de la relación entre un padre y un hijo. Ambos asisten al espectáculo nocturno de las lágrimas de San Lorenzo, donde las estrellas fugaces desaparecen como las vidas de amigos y familiares.
El protagonista de este relato es un profesor de universidad que ha rodado por Europa sin echar raíces en ningún lugar y que regresa a Ibiza, donde pasó sus mejores años de joven, para asistir junto con su hijo, del que vive separado hace ya tiempo, a esta mágica noche.
La contemplación del cielo, del mar y de la naturaleza conlleva un cierto grado de melancolía, un sentimiento que se cuela en esta novela a través del recuerdo y la nostalgia que produce el hecho de observar cómo las generaciones se suceden.
La reflexión sobre la desaparición y el deseo de prolongar la vida después de la muerte son dos constantes en esta obra. "La gente sigue viviendo hasta que alguien le nombra por última vez", señala. De la misma forma, un escritor permanece vivo mientras sus obras sean leídas.
En su caso, señala que no aspira a "la posteridad que sugiere la vanidad" cuando ya no esté en este mundo y añade que en su caso aspira a seguir escribiendo mientras esté vivo. En este sentido, destaca que su "único premio" es que lean sus obras y cree que "la peor posteridad es la que sucede en vida".
"IMAGINACIÓN: MEMORIA FERMENTADA"
Llamazares cita al escritor portugués Antonio Lobo Antunes y señala: "La imaginación no es más que la memoria fermentada, una hojarasca que se convierte en humus y cuando menos de lo esperas aflora". A su juicio, la memoria es la base de la literatura y los recuerdos se mezcan hasta el punto de no saber si lo que escribes es tu experiencia o la creación ficticia de tu cabeza.
Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) se describe como un escritor que trabaja "por instinto", al contrario que otros autores, quienes "hacen planos como si fueran arquitectos". "Soy indisciplinado, la mayor parte de las páginas las escribo paseando por Madrid", señala.
La obra de este escritor abarca casi todos los registros literarios: la poesía, entre cuyos títulos destacan 'La lentitud de los bueyes' (1979) y 'Memoria de la nieve' (1982); la literatura de viaje, con títulos como 'El río del olvido' (1990), 'Trás-os-Montes' (Alfaguara, 1998) o 'Cuaderno del Duero' (1999); o la novela, cuyos últimos títulos son 'Escenas de cine mudo' (1994) y 'El cielo de Madrid' (2005).