Cultura.- Bruce Springsteen regresa con Hello Sunshine, delicado y luminoso primer single de su nuevo disco
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Actualizado: viernes, 14 junio 2019 12:42

MADRID, 14 Jun. (EDIZIONES - David Gallardo) -

Bruce Springsteen está oficialmente de vuelta desde este viernes con la publicación de Western stars, nuevo disco de estudio 'en solitario', es decir, sin la E Street Band -aunque por ahí están Charlie Giordiano, Patti Scialfa, Sozie Tyrell e incluso el miembro pretérito David Sancious-.

En su primer álbum de estudio en cinco años, Bruce Springsteen lleva su música a un nuevo lugar, inspirándose en los discos pop del sur de California de finales de los sesenta y principios de los setenta. Con canciones básicamente folk y country, aunque arregladas con mucha luz gracias a las secciones de cuerda y metal.

No es que sea un Bruce sinfónico, pero se le parece bastante. El tono es desértico para contar esta sucesión de historias de personajes que huyen, pero la luz entra porque buscan redención a pesar de todo y, en ocasiones, la encuentran. Principalmente en el amor plasmado en Hello sunshine, Tucson train o There goes my miracle -esta última con un preciosista toque a lo Roy Orbison-.

La ambientación es acústica pero no necesariamente austera, pues se trata de un álbum rico en arreglos. Eso le emparenta con Tunnel of Love (1987) y al mismo tiempo la mirada se fija por purito instinto en otros como Nebraska (1982), The Ghost of Tom Joad (1995) o Devils & Dust (2005). Pero lo cierto es que Bruce llega en esta nueva entrega a lugares nunca antes sí visitados, aunque ya apuntados por ejemplo en Working on a dream (2009).

El resultado de todo esto es un álbum muy cinematográfico que, apuntalado por las fotos promocionales y el propio título, nos sitúa en ese oeste norteamericano que tan inspirador ha sido siempre para el músico de Nueva Jersey. Paisajes polvorientos, largas y rectas carreteras y muchas reflexiones sobre los sueños de la vida. Un poco cliché, pero al fin y al cabo ese es el ejercicio de estilo.

Hitch Hikin' abre la senda acústica por la que también transitan el tema titular, Drive fast (The stuntman), Chasin' wild horses, Somewhere north of Nashville o el fundido en negro que supone Moonlight Motel, perfecta para los títulos de crédito de la película de todos estos personajes.

The Wayfarer se sitúa en el plano más modestamente orquestal con unos bonitos coros y teclados en la parte final, mientras que Sleepy Joe's Cafe tiene un punto playero que nos retrotrae al añejo sonido de Asbury Park del primer Springsteen. Sundown, por su parte, es una delicada llamada al amor ausente, mientras en Stones la instrumentación se eleva y hay mucho espacio para las cuerdas y dejar volar la imaginación.

Sin explosiones rockeras -ya ha asegurado que tiene preparado otro álbum para la E Street Band-, tenemos aquí al Bruce más evocador, con cierto punto crepuscular incluso ahora que se dirige a los 70 años. Sin el músculo y la épica rockera, Springsteen se convierte en un relator de lo más atrayente -como ya ha demostrado en Broadway-, aunque los menos acérrimos podrán argumentar que tiene un punto aburrido.

Aunque más que aburrido es reposado. Y lo sí parece claro es que, dentro de la carrera del estadounidense, se trata de un disco comparativamente intrascendente, pues no trata de ser una gran obra maestra como otras entregadas por él mismo en el pasado. Tampoco pretende serlo.

Western stars es elegante y es, en definitiva, un disco de Bruce Springsteen en solitario a los 69 años. Pero no va a ser el favorito de ninguno de sus millones de fans ni tampoco va a ocupar un lugar preponderante en su extensa discografía. Aunque es de reconocer el gusto y el empeño por llegar a nuevos lugares con canciones que, en última instancia, son sencillas y bonitas.