PARÍS 8 May. (del enviado especial de EUROPA PRESS, Ferran Tuñón) -
París es una ciudad histórica donde las haya, escenario de guerras inacabables y de revoluciones populares que cambiaron el rumbo de la sociedad, cuna de movimientos artísticos, un lugar mágico conocido en el mundo entero por ser la ciudad del amor y de la luz, pero el FC Barcelona de baloncesto no ha sido capaz de encontrar nada de ello en sus dos anteriores visitas.
Los hombres de Xavi Pascual quieren cambiar la historia, quieren reconciliarse con la ciudad del Sena y encontrar la luz que atesoran sus calles, que es mucha. De hecho, sus colegas del fútbol la encontraron en 2006, cuando consiguieron la segunda Liga de Campeones de la historia con una remontada ante el Arsenal inglés en Saint Denis.
Sin embargo, los que botan y encestan la pelota no guardan buenos recuerdos de la capital francesa. En 1991, cuando un Split liderado por Toni Kukoc y Zoran Savic se hizo con su tercer título consecutivo, y en 1996, con el famoso tapón ilegal sobre Montero que dio la victoria al Panathinaikos griego, los blaugrana perdieron sendas finales.
Fue en el mismo escenario, el Palais Omnisports de Paris-Bercy, donde a partir de mañana los de Xavi Pascual intentarán hacer bueno el dicho que 'a la tercera, va la vencida'. Los primeros deberes están hechos, con la victoria sobre el CSKA de Moscú (64-54), pero ahora queda lo más difícil, desmontar el millonario proyecto del Olympiacos.
Navarro, ganador de la única Euroliga del Barcelona, conseguida en casa en el 2003, liderará a un grupo preparado y dispuesto a enamorar a París. Los aficionados catalanes esperan que así sea, y han prometido a los diferentes lugares emblemáticos de la ciudad, como la Tour Eiffel o Notre Dame, que les guardarán para siempre en la memoria blaugrana si permiten que el Regal Barcelona se convierte en bicampeón de la Euroliga.
De esta forma, quedaría en el olvido la aparición estelar e inesperada del joven Toni Kukoc en el 1991, o el polémico final contra el Panathinaikos en 1996, cuando parecía que la primera Euroliga para los catalanes estaba al caer. Solo 40 minutos separan a estos chicos de la historia, solo un partido que podría ser recordado para siempre como el de la reconciliación con París.