MADRID, 18 Jun. (EUROPA PRESS) -
El técnico del Real Madrid, Fabio Capello, cuya continuidad al frente del club será una de las decisiones más comprometidas que tendrá que afrontar la cúpula directiva madridista en la próxima semana, cierra el campeonato como uno de los grandes vencedores porque la consecución del título le permite recuperar con creces la vitola de ganador con la que aterrizó en Madrid y además devolver a los blancos un trofeo tras una larga sequía como ya hizo hace diez años.
Un día antes de la cita europea de cuartos ante el Bayern, en las redacciones de los medios de comunicación corría el rumor de que Capello había dimitido. Cierto o no, el italiano ha superado incluso momento tan delicado para ahora festejar su segundo título de Liga con los blancos, sobreponiéndose a un auténtico calvario de temporada gracias a una sobresaliente recta final y los 'favores' de sus grandes rivales, FC Barcelona y Sevilla.
Capello nuevamente consigue hacer al Real Madrid campeón, como en su primera etapa como técnico merengue, aunque entonces el equipo causó estragos clasificatorios desde el principio y tomó el liderato en la jornada 14 para llevárselo directamente a la diosa Cibeles.
Ambos títulos guardan además ciertas similitudes. Entonces, el técnico nacido en Pieris fue la piedra angular del primer proyecto de Lorenzo Sanz, delfín de Ramón Mendoza, con la idea de que sus métodos y férrea disciplina hicieran olvidar el desastre futbolístico de la anterior campaña, en la que fue destituido Jorge Valdano y el remiendo de Arsenio Iglesias no evitó que el Real Madrid se quedara fuera de Europa mucho tiempo después.
El pasado verano, Ramón Calderón, elegido presidente en unos polémicos comicios, devolvió el mando del vestuario a Capello, precedido por su fama de 'duro', con el propósito de 'limpiar' definitivamente los vestigios del 'florentinato' y sobre todo corregir la leyenda de que los 'galácticos' eran capaces de doblegar el criterio de cualquier técnico.
Hace diez años, Capello afrontó el tramo final de la temporada con la Liga como único objetivo. Sin competición europea por los mediocres resultados del pasado año y eliminado en octavos de la Copa del Rey por el FC Barcelona, el preparador italiano sólo tuvo que dirigir la nave rumbo a la Liga. En esta ocasión, en enero se marchó igualmente de la Copa en octavos ante el Betis y en marzo de Europa ante el Bayern.
Desde entonces, Capello y el Real Madrid han ido a una, la Liga, con resultado excelente, e igualmente de la mano de memorables remontadas como las de hace diez años. Entonces, el equipo contaba con el carácter de jugadores como Hierro, Redondo, Sanchís, Mijatovic o Roberto Carlos y Raúl, dos de los tres (junto a Guti) que se mantienen de la primera etapa de Capello. Ahora son Casillas, Sergio Ramos y los incombustibles Roberto Carlos y Raúl los que ondean la bandera del 'madridismo' en tardes tan gloriosas, sin olvidar la puntería del holandés Ruud Van Nistelrooy.
En esta recta final, el italiano alcanzó su primer gran propósito, devolver a los jugadores el orgullo de vestir la camiseta madridista. Ante el Sevilla, Recreativo o Espanyol, quien iba ganando al descanso en el Bernabéu por 1-3 para terminar claudicando por 4-3, el equipo demostró la raza suficiente para ponerse en situación de ganar la Liga.
MULTIPLES DIFICULTADES.
Aunque antes de eso, Capello ha sobrevivido a miles de 'batallas' y sobre todo al mediocre juego de su equipo. En otoño ya recibió los primeros avisos con la escandalosa derrota en Getafe (1-0), en la que los jugadores adolecieron de cualquier tipo de actitud positiva. Llegarían después las derrotas en el Bernabéu ante Celta (1-2) o Recreativo (0-3), y las dudas generadas por los 'caprichos' del italiano, Emerson y Cannavaro.
Capello se encontró además con la problemática de Ronaldo, un goleador pero sin la tensión competitiva que deseaba el italiano. Su marcha en el mercado de diciembre coincidió además con uno de los peores momentos deportivos de la temporada, con derrotas consecutivas ante Villarreal y Levante que dejaron al técnico en la cuerda floja.
La decisión de apartar a Beckham del equipo, tras el anuncio de su marcha a los Galaxy, y la imponente presión mediática contra Calderón y sus decisiones, por todo lo que arrastraba el voto por correo, hicieron tambalearse a Capello. Las redacciones de los medios manejaron su posible destitución un día antes de ser eliminados en 'Champions'.
Capello además no encontraba la fórmula, ni con los nuevos -Gago e Higüaín- ni con los 'viejos', Salgado o Helguera. Cuando 'Míchel' ya recogía los bártulos del filial para afrontar su gran sueño llegó el partido en el Camp Nou ante el todopoderoso FC Barcelona. Y el Real Madrid resucitó, bajo la batuta de un Guti sensacional. No pudo evitar el empate 'in extremis' con golazo de Messi, pero el equipo y el técnico por fin se encontraron.
Ambos empezaron a creer que era posible salir de la mediocridad y al principio a duras penas, con victorias pírricas ante Nástic o Celta, y más tarde con autoridad ante Valencia, Athletic o Sevilla, acertaron con el camino hacia el título.
Atrás quedan los 'affaires' con el indomable Cassano, los devaneos con Robinho, un día sí y otro no, la suplencia de veteranos como Salgado, la irrupción del joven Torres frente al ostracismo de Pavón o Mejía y sobre todo la mediocridad del juego del equipo durante la mayor parte de la temporada.
Capello toma ahora decisiones arriesgadas e impopulares en los cambios, pero ya nadie le discute. El 'sargento de hierro', como en toda su trayectoria deportiva, encuentra en los resultados y en los éxitos la justificación a su particular modo de entender los banquillos.