SHANGHAI (CHINA), 28 Sep. (EUROPA PRESS) -
El Gran Premio de China de este fin de semana dirimirá un nuevo duelo entre el piloto español Fernando Alonso (Renault) y el alemán Michael Schumacher (Ferrari) en su lucha por la conquista del título de campeón del Mundo y en el que, visto lo sucedido en las últimas carreras, el asturiano debe reaccionar al acoso del 'Kaiser' para mantener su exigua ventaja en el liderato.
Tras quince citas, tan sólo dos puntos separan al primer y segundo clasificados a falta de tres pruebas por disputarse (esta de China, Japón y Brasil) y todo parece que se decidirá en el último momento. El líder del Mundial ha visto como el infortunio y las polémicas decisiones de la FIA han provocado que perdiese su renta, una situación que no ha desaprovechado el germano, que ya ha anunciado su retirada y está más cerca que nunca.
Y es que, sanciones aparte, Alonso se ha topado con la mecánica de su R26 en Hungría y en Italia. En el primer caso, iba líder y podría haber asestado un golpe crucial al campeonato, mientras que en el segundo, después de demostrar en Estambul su pilotaje, su gran estrategia minimizaba la victoria de Schumacher y no reducía tanto su distancia en la clasificación antes de abandonar.
De todos modos, ahora Ferrari está con la moral alta, algo que no preocupa a un piloto como el asturiano, que sabe controlar bien las situaciones emocionales y de presión. Además, el trazado de Shanghai le trae buenos recuerdos y querrá mantener a raya al siete veces campeón del mundo.
El ovetense se hizo con la 'pole' y se impuso de forma magistral el año pasado. El alemán nunca se ha encontrado demasiado cómodo sobre el circuito chino y siempre ha firmado malos resultados, no así Ferrari que sabe lo que es vencer en este escenario puesto que el brasileño Rubens Barrichello lo hizo en 2004, año de su estreno en el calendario.
Shanghai es un trazado que favorece a los adelantamientos, sin duda una de las especialidades del líder del Mundial, cuya victoria de 2005 aseguró para Renault el doblete con el título de los constructores.
Fernando Alonso, que no gana desde el Gran Premio de Canadá y desde entonces sólo ha sumado 24 puntos por 47 de su rival, espera tener después de mucho tiempo una sesión de entrenamientos tranquila y en la que pueda superar o quedarse cerca del 'Kaiser', que necesita estar por delante del español para meter presión desde el inicio.
Además, los dos saben que este Gran Premio puede suponer un cambio. El actual campeón desconoce lo que es no estar al frente de la clasificación desde hace mucho tiempo y finalizar por detrás del germano podría cambiar esta tónica, pero lo contrario sería un reforzamiento moral para las dos próximas citas, en las que el ovetense no se ha cansado de decir durante mucho tiempo que le son más favorables.
Tampoco habrá que olvidar la climatología, tan 'peligrosa' en el continente asiático, ya que el parte metereológico indica que se esperan lluvias en el fin de semana, lo que condicionaría la carrera, ni la siempre decisiva elección de los neumáticos. Michelín también ha trabajado duro en los ensayos de Jerez y Silverstone, en los que estuvo ausente el español, para dar ventaja a la escudería francesa.
DE LA ROSA CONTINUA.
También será una cita importante para decidir que escudería se alza con el Mundial de Constructores, donde todo cambia y es Ferrari la que parte con una mínima ventaja de tres puntos sobre Renault, aunque dado el rendimiento del brasileño Felipe Massa y del italiano Giancarlo Fisichella, parece que la escudería italiana tiene más posibilidades hasta el final.
Por otro lado, la buena noticia viene por parte de Pedro Martínez De la Rosa al que la escudería McLaren-Mercedes confirmó como piloto junto al finlandés Kimi Raikkonen para este Gran Premio de China.
El catalán sigue sobreviviendo a todas las presiones y al empuje de los británicos Gary Paffet y Lewis Hamilton, y podrá disputar su sexto Gran Premio consecutivo, con la esperanza de poder estar entre los mejores como sucediese en Hungaroring cuando fue segundo, aunque desde entonces no ha tenido demasiada fortuna.
