EDIZIONES, 28 Dic.
Perder a tu mascota puede ser una experiencia traumática. Aquellos que han crecido con una mascota, un perro o gato por ejemplo, saben que es como si perdieran a alguien de la familia, a un ser querido. Y si además la pierdes por un accidente, aún es peor. En muchas ocasiones hemos visto a gatitos atropellados en las carreteras, por ejemplo. Es una experiencia muy triste. Esto mismo es lo que le pasó a esta familia Schmidt. Bueno, no exactamente...
La señora Schmidt volvía a casa conduciendo por su vecindario cuando vio que una gata había sido atropellada. Creyó que era la suya, la pequeña Kitty. Lo cierto es que la gatita había desaparecido la noche anterior, así que sus sospechas tenían fundamento. Cuando regresó a casa, se lo comentó a su marido. Este informó a sus hijos, a Eric y a su hermana, de la mala noticia:
Papá: “Tengo malas noticias. Kitty ha estado desaparecida desde la pasad noche. Cuando vuestra madre conducía por el vecindario la encontró en la calle, cerca de casa. Vuestra madre está bastante emocionada así que venid cuando podáis y darle vuestro apoyo”
Eric: “¡Oh, no! Siento mucho oír eso”.
Hermana: “Acabo de hablar con ella. Está definitivamente desolada. Dale nuestro amor en persona cuando llegues a casa, papá. Asegúrate de llevar a la mujer a cenar. ¡Os quiero, chicos!”
Pero aquí no acaba la historia...
Padre: “No os vais a creer esto. Después de un entierro y unas palabras de recuerdo, regresamos a casa para comenzar nuestra vida post-Kitty. Fuera de costumbre, miré por la ventana de atrás y ¿adivináis quién me estaba mirando fijamente? Lo habéis adivinado. Hemos enterrado el gato de otra persona. Creo que es verdad que los gatos tienen nueve vidas. Gracias por vuestras amables palabras. Ahora está todo mejor”.
Hermana: “¿Es verdad?”
Padre: “¿Quieres una foto?”
Hermana: “SÍ”
Eric: “Pero qué...”
Una historia triste con un final muy, muy feliz. ¿Será verdad que los gatos tienen siete vidas?
