BILBAO 8 Jun. (EUROPA PRESS) -
La asociación H-Amikeko, surgida como 'filial' del colectivo vasco Amikeko, trata en la actualidad a más de 200 personas condenadas por violencia de género, entre ellas varias mujeres "agresoras" que son, en muchos casos, también víctimas. Al margen del desarrollo de estas terapias, dirigidas de forma obligatoria a condenados que no deberán cumplir su pena, los terapeutas de la asociación trabajan en la rehabilitación de algunos reclusos en tercer grado, condenados en su día por el asesinato de sus parejas.
La asociación Amikeko nació en el País Vasco hace cinco años para "dar un espacio a los hombres con conducta violenta" si bien, con el tiempo, abordó situaciones de personas que cometieron "actuaciones más graves", que les han llevado a "pasar por la cárcel".
Con el objetivo de abordar, desde Madrid, situaciones de ámbito nacional, se creó H-Amikeko, que atiende a personas condenadas en lo que se denomina "cumplimiento de medidas de suspensión de condena".
Según explicó a Europa Press la presidenta de H-Amikeko y vicepresidenta de Amikeko, María Vega, el colectivo depende de Servicios Sociales Penitenciarios, que ordena a los agresores cuya condena ha quedado en suspensión por carecer de antecedentes penales, a cumplir un tratamiento relativo a violencia. Esta medida se suma a la orden de alejamiento así como a la obligatoriedad de no portar armas.
H-Amikeko trabaja también en la rehabilitación de un grupo menos numeroso de presos en tercer grado penitenciario, dos de ellos condenados por delitos de asesinato a su cónyuge.
En la actualidad, los terapeutas de la asociación tratan a los pacientes en 11 grupos rotativos. "Entre ellos están el maltratador sistemático, el que sólo comete una única agresión, el que presenta la denuncia falsa, el que es agresor y víctima..", enumeró. También destacan mujeres --entre 15 y 20-- que han sido condenadas por agresión entre ellas algunas que, a su vez, resultan también ser "víctimas vigiladas y protegidas".
UN AÑO
La psicóloga de la asociación Elena Varela aseguró que el tiempo de tratamiento en grupo se ha alargado, y se ha establecido en un año, los seis primeros meses consistentes en una terapia de dos horas semanales. Tres meses más tarde se efectúa un seguimiento individual y, un trimestre después, un segundo control.
Los casos más graves, "que no pueden asistir a terapias de grupos, por ser más peligrosos" desarrollan tratamientos completos individuales.
Entre los pacientes "hay de todo", según Varela, "desde catedráticos hasta gente con una estructura cognitiva muy pobre". "A veces, se da la circunstancia de que tenemos en un grupo a un hombre y en el grupo de las mujeres a su esposa, lo que revela que existe una relación sadomasoquista en algunas parejas", indicó.
A veces, la víctima pasa de "una relación en la que es agredida a otra de iguales características". "Hay mujeres que han estado con varios agresores -afirmó- y esto no es causal. Hay una dependencia atroz, que viene de una relación paterna o materna anterior. Uno no crea un vínculo con cualquiera causalmente", indicó.
Entre los personas que reciben tratamiento existen enfermos mentales, pero, "en líneas generales son personas muy obsesivas y rígidas". Sin embargo, Elena Varela considera que hay que distinguir entre "quien golpea una vez" y el que "lo hace sistemáticamente". "El que golpea una vez tiene la posibilidad de sentirse culpable de lo que ha hecho, pero el que lo hace sistemáticamente es más difícil, porque es su manera de interactuar con la víctima", aseguró.
A su juicio, "no todos los agresores se pueden rehabilitar". "Por eso es necesario e importantísimo que los hombres pudieran consultar antes de ser denunciados, cuando notan que algo no funciona. El tratamiento es fundamental", manifestó.
LEY INSUFICIENTE
Para la presidenta de H-Amikeko, la Ley Contra la Violencia de Género se ha demostrado "insuficiente" en su aplicación, porque "pone y recoge como de obligado cumplimiento" un tratamiento psicológico, "cuando no hay recursos económicos para que se haga efectiva".
"El tratamiento que se da desde H-Amikeko es fundamental para la rehabilitación. Es la única medida que protege a las víctimas. Es imprescindible", manifestó.
En este sentido, llamó la atención sobre el riesgo de que H-Amikeko y las escasas asociaciones destinadas a los tratamientos de rehabilitación de agresores "desaparezcan por falta de medios económicos".